La detención, en la mañana del Domingo de Ramos, de Carlos Puigdemont por la policía alemana se ha vivido en España como un Madrid-Barça. Malo. Entiéndase: no hay manera de defender a un cobarde como el expresidente de la Generalitat pero seguimos en el más duro de los enfrentamientos; la pesadez y la terminología (Comités de Defensa de la República, es decir, CDR, como los ‘cederistas’ de la dictadura cubana, si cambiamos revolución por república).

En cualquier caso, la orden de detención se activó cuando Pichi iba de sobrado. Recorriendo Europa como un refugiado político, ridiculizaba a España y ridiculizaba a Europa, donde una euroorden de detención servía para que Bélgica, un país de chicha y nabo, se permitiera examinar la altura democrática de España, como si se tratara de China (con quien no se atrevería) o de Venezuela (lo que no le preocupa).

Ambos separatismos coinciden en algo: la promoción del enfrentamiento por odio a España

Todo el mecanismo de la euroorden, corazón de la justicia en una Europa que se supone camina hacia la unidad judicial y penal, se ha mostrado imposible -al menos, cuando el perjudicado es España-, al tiempo que se demostraba la escasa influencia de España en Europa. Y esto es grave.

Y por cierto, si alguien piensa que el asunto catalán (que es impresentable ciertamente, por parte de los separatistas) termina aquí… pues se equivoca.

Más: la detención de Puigdemont ridiculiza a Bélgica… y a la UE

Pero es que, además, los nacionalistas vascos siguen el mismo camino, que se puede resumir así: tocar las narices. Los vascos imitan a los catalanes.

Eso es lo que nos lleva al guerracivilismo y al peligro cierto de guerra civil en España. Por el tema catalán y por el asunto vasco. Y ojo, no nos engañemos; el peligro no está en los radicales -a esos se les cata a primera vista- sin o en los moderados. Los que pueden provocar una guerra civil en España no es ni la CUP ni ERC sino el PDeCAT. En Euskadi, el problema no son los proetarras de Bildu sino los moderados del PNV, esa derecha tibia que ha cambiado a Cristo por la independencia de Euskadi (o de Cataluña). Observen la paganización de CiU y PNV durante la última década. 

Sí, el peligro de guerracivilismo en España continúa: en Cataluña y en Euskadi.

Y de paso, pone de manifiesto lo poco que España influye en el continente

Guerracivilismo y fascismo. Porque tanto los nacionalistas vascos como los catalanes abandonaron a Cristo tiempo atrás para convertir a la nación vasca o a la catalana en su vida y en su dios. Y el fascismo no es más que eso: la deificación de la nación.

En el entretanto, violencia en Cataluña y amenaza de ruptura en Euskadi. Estamos en enfrentamiento civil, preludio de… la guerra civil. ¿Es inexorable? No, pero conviene tentarse las ropas.