El proyecto de Ley Orgánica de Garantía de la libertad Sexual, conocida por la tontuna del ‘Sí es sí’ (si te parece va a ser que el sí es no) parece varado. Y esto resulta muy curioso porque tanto la socialista Carmen Calvo como la podemita Irene Montero están de acuerdo en que lo que hay que hacer es abolir la prostitución. Yo también estoy de acuerdo y conste que conciliar con Calvo y Montero me produce una desazón terrible: despierta mi instinto básico de que me estoy equivocando.

De entrada, la única forma de acabar con la prostitución es someter a la prostituta a una elección: te ayudamos a salir de tu horror pero, a cambio, debes dejarlo. Y al mismo tiempo -tranquila doña Irene- perseguimos al proxeneta, sobre todo... y también al cliente.

El único proyecto bien planteado para ilegalizar la prostitución fue el de Ana Botella… pero fracasó

El problema es que Ana Botella fracasó en este intento por algo tan sencillo como que algunas mujeres se niegan a abandonar la prostitución, quieren seguir siendo prostitutas. El éxito de Ana Botella como alcaldesa de Madrid, a pesar de las ayudas que ofrecía, no alcanzó ni el 0,5% de las prostitutas a las que se le ofreció. Y eso que conllevaba protección, legal y personal, posibilidad de regreso a sus países en caso de extranjería y ayudas para buscar un empleo digno a cambio de abandonar el oficio. 

Ahora bien, si Carmen Calvo e Irene proponen lo mismo, abolir la prostitución, entonces, ¿por qué el proyecto del “Sí es si” no avanza? Que ilegalicen la trata y ya está.

Las razones son muchas y es una sola: la prostitución es la lógica de la libertad sexual que propaga el feminismo para la mujer… porque una mujer puede elegir, de hecho algunas eligen, prostituirse. Las feministas lo niegan, aseguran que una mujer sólo se prostituye porque la fuerza a ello el machista del varón o la miseria, pero la práctica les desmiente: desde las asociaciones de prostitutas que defienden la libertad de elección hasta el hecho de que mucha de ellas no están en ninguna red ni reportan a ningún proxeneta.

El proyecto ‘progresista’ olvida que algunas prostitutas no ejercen forzadas. Olvida que las normas morales siempre son liberadoras

Pero el espíritu de la norma de Libertad Sexual resulta aún más contradictorio. Sencillamente, si no hay normas sexuales, como predican las progresistas Calvo y Montero, si el sexo no tiene otro límite que el de la voluntad individual: ¿Por qué habíamos de ilegalizar la prostitución?

Además, no nos engañemos, no se pretende ilegalizar el comercio del sexo: lo que se pretende es castigar al varón. Y se trata de castigar al varón de la misma forma que la ley contra la violencia de género, antes que defender a la mujer pretende castigar al hombre.

Es decir si se trata de perseguir al chulo yo me apunto el primero… pero eso no acaba con la prostitución.

El proyecto ‘progresista’ olvida que algunas prostitutas no ejercen forzadas. Sobre todo, olvidan, que las normas morales siempre son liberadoras.