En Colombia una serie de protestas sociales tienen lugar desde hace ya casi dos semanas, que se han cobrado al menos 27 muertes según el Gobierno y más de 40 según organizaciones civiles.

De los más de 1.500 heridos recogidos en los balances oficiales, más de 800 corresponden a las fuerzas de seguridad. También ha habido daños sufridos por propiedades públicas y privadas y un gran número de armas incautadas.

Las protestas se han extendido ya por 700 ciudades, lo que recuerda mucho a la crisis social que vivió Chile recientemente. El domingo, vecinos del sur de Cali llegaron a enfrentarse con armas de fuego a los indígenas tras días de bloqueos, dejando una decena de heridos.

El último en caer en el centro de Bogotá: cómo no, el fundador de la capital colombiana, el conquistador español Gonzalo Jiménez de Quesada

También se ha producido el derribo de las estatuas de ilustres personajes del pasado. El último en caer en el centro de Bogotá: cómo no, el fundador de la capital colombiana, el conquistador español Gonzalo Jiménez de Quesada, añade La Vanguardia.

Las protestas comenzaron como una movilización contra la reforma fiscal planteada por el Gobierno del presidente Iván Duque, pero una vez retirada ésta, se mantienen las movilizaciones y el descontento social, incluyendo peticiones para reformar el sistema de salud, denunciar abusos de la policía, pedir el cumplimiento de los acuerdos de paz con las FARC y la crítica al manejo de la pandemia, añaden BBC y Wikipedia.

El Gobierno de Colombia anunció ayer lunes que está dispuesto a aceptar una "mesa de negociación" para abordar la crisis en el país, tras un primer encuentro con el Comité Nacional del Paro.

Como ya ha explicado Hispanidad, la de Colombia parece una revolución social con origen en el Nuevo Orden Mundial. Y las revoluciones NOM, ahora en Colombia, necesitan, como los antiguos partidos comunistas, del caldo de cultivo del cabreo social para imponer sus recetas salvadoras de ley y orden, su tiranía. En este caso, tiranía global NOM que, no lo olvidemos, siempre resulta radicalmente cristófobo. Para protestar contra la subida del precio del billete de metro me dedico a profanar los sagrarios.

No es que el Nuevo Orden Mundial Mundial (NOM) sea comunista. Más bien tira a capitalista y, en cualquier caso, se vuelve a demostrar que socialismo y capitalismo son una misma cosa: la lucha de lo grande frente a lo pequeño y ambos en busca de la concentración del poder. La diferencia del NOM con sus antecesores de izquierdas o de derechas es que la concentración que ahora se busca, en tiempos de globalización, es la concentración mundial del poder. Por decirlo así, con un Gobierno global, todos nos la jugamos a una sola carta…