• Ahora está en manos del Santander  y de Telefónica, que sigue con su 13%.
  • Otra cosa es la ampliación de 500 millones, una solución sólo a corto plazo por el excesivo apalancamiento.
  • Javier Monzón se pondrá al frente tras la propuesta del Rey 'head hunter'.
  • César Alierta ya había ofrecido cubrir la ampliación de capital.
  • Dos flecos pendientes, también clave: el efecto dilutivo de ampliación, quién acudirá y con qué descuento.
El Grupo Prisa sale al paso, este miércoles, pero por la tangente ante el decisivo Consejo de Administración del viernes, 13, y "el proceso de desapalancamiento" en el que trabaja y la "ampliación de capital por un importe aproximado de 500 millones". Las conversaciones siguen, confirma -nada sorprendente-, aunque el hecho relevante no hace alusión alguna a lo otro, el relevo en la presidencia: Javier Monzón y salida de Juan Luis Cebrián. Ya les contamos este martes que tras la propuesta de Juan Carlos I, el Rey head hunter. Cruzados los cromos con el problema de fondo la resultante es clara: lo importante no ha sido tanto el qué -los próximos vencimientos de la deuda en 2018- como el quién. Dicho de un modo rápido: que quede sin efecto el ataque final contra Cebrián lanzado por César Alierta, del que informamos el pasado viernes, 6. La jugada de Alierta era a través de Amber Capital, que lidera el armenio Joseph Oughourlian   -aunque detrás del fondo está el expresidente de Telefónica-, y se concretaba en la su ampliación propuesta que se ofrecía a cubrir el propio Amber con el mismo objetivo que reconoce Prisa a la CNMV, aumentar los fondos propios y resolver el desequilibrio patrimonial de la editora de El País. No caerá en manos de Alierta, sino del Santander (4,2%), el banco que más créditos tiene en riesgo en el grupo, y de Telefónica (13%), principales accionistas junto a Amber Capital (19,29%),  los herederos de los Polanco (17,53%), Qatar (10%), HSBC (9,5%) y Caixabank (3,8%). Esa es la realidad. Otra cosa, también muy importante, es la solución del problema a largo plazo (al margen de la ampliación en torno a 500 millones), cuando hablamos de un grupo demasiado apalancado. La deuda financiera asciende a 1.546 millones (a junio). Eso es justo lo que no queda resuelto, el apalacamiento. Descartada, como parece, la venta de la editorial Santillana (el que más ofrece es 1.200 millones, demasiado poco para el grupo), queda en el aire ese ingreso previsto (y balsámico) de unos 1.500 millones. Eso sí, seguirán entrando los ingresos de Santillana, que no son poca cosa, sino más del 65% del Ebitda de Prisa. La alternativa es la inyección de dinero con la ampliación, que tendrá, of course, un efecto dilutivo importante para los accionistas y no se desconoce con qué descuento, dependiendo a su vez de quién acuda. Normal, en consecuencia, que el grupo señale que todavía no hay un acuerdo "con diferentes accionistas e inversores". ¿Acudirá a la ampliación, por ejemplo Telefónica?, ¿qué hará el resto de los accionistas? Esas son preguntas sin respuestas, de momento, a la espera de un acuerdo que deberá ser aprobado también, en noviembre, por la Junta General de Accionistas. Rafael Esparza