• Pero Javier Monzón no ha aceptado las condiciones, ha renunciado a la presidencia, ha cortocircuitado la reunión del Consejo y ha dejado el suspense el relevo de Janli.
  • La presión de Moncloa responde al deseo de que El País siga con sus portadas, que ilustran en contra el procés y en defensa de la Constitución
  • La fórmula propuesta era que Cebrián siguiera, más allá de diciembre, como editor o como presidente chairman, en los dos casos con poder en el Consejo.
  • Sí ha habido acuerdo para ampliar capital en 450 millones -a fuerza ahorcan- y desapalancar el grupo, pero no sido unánime.
Los consejeros del Grupo Prisa se han reunido este viernes para analizar, como ya informamos, la delicada situación económica por culpa de la deuda y han decidido, finalmente, una ampliación de capital de 450 millones de euros para desapalancar la sociedad. A ese movimiento se ha unido otro, inesperado, por la orden que ha llegado desde Moncloa con un mensaje claro: que Juan Luis Cebrián (a la izquierda, en la imagen) siga controlando la línea editorial del grupo. El candidato previsto para la presidencia ejecutiva era en principio Javier Monzón (a la derecha, en la imagen), pero Monzón no ha aceptado esas condiciones ha preferido renunciar. Un cortocircuito en toda regla que ha tensado la cuerda, y no poco, en la reunión del Consejo de Administración. Janli es mucho Janli, dicho de otro modo, y las portadas de El País, muy necesarias en un momento en el que se juega un desafío contra la Constitución española por culpa del procés independentista catalán. Ese es el mensaje enviado por la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, después de que haya quedado claro, también, que lo importante en el proceso de Prisa no era el qué sino el quién. A Javier Monzón no le ha gustado la fórmula de transición acordada (él en la vicepresidencia, de modo transitorio hasta diciembre, aunque todo apunta a que será más tiempo) y con Cebrián, ¡oh cielos!, al mando y con poderes ejecutivos. En suma, algo difícil de aceptar si de lo que se trata es de sanear el grupo. Monzón ha dado ese paso, la renuncia, a pesar de que ser el candidato propuesto por Juan Carlos I, el Rey head hunter, y el respaldo de Santander, Telefónica o Caixabank, pero no de todos los accionistas. El hueco queda y el relevo en la presidencia del grupo se aplaza hasta que se haya ejecutado la ampliación de capital y la reestructuración de la deuda. Sí ha habido acuerdo, unánime, para modificar el gobierno corporativo, como ha señalado después el grupo en un hecho relevante a la CNMV, un cambio que afecta, en concreto, a los artículos 15 (vicepresidente o vicepresidentes), 17 (comisión delegada) y 27 (comité de auditoría) del Reglamento del Consejo de Administración. La ampliación de capital será de 450 millones, según otro hecho relevante a la CNMV, por dos vías: la emisión de 375 millones de acciones nuevas, a un valor de 1,20 euros, a la que no acudirán todos los accionistas, aunque sí la mayoría, y otra de 100 millones de euros (50 millones de acciones nuevas a 2 euros mínimo por título), dirigida a los acreedores que cargan con deuda del grupo y que quieran "capitalizarla voluntariamente". El capital se reparte entre Amber Capital, que lidera el armenio Joseph Oughourlian -aunque detrás del fondo está el expresidente de Telefónica, César Aliertaprotagonista del último ataque para sacar a Cebrián- los herederos de los Polanco (17,3%), Teléfonica (13%), Qatar (10%), HSBC (9,5%), Santander (4,2%) y Caixabank (3,8%). Todo ellos están hartos del déficit de gestión de Janli, pero el más perjudicado es Santander, por los créditos que acumula con Prisa. De ahí su protagonismo en ese proceso y que se haya sumado a la propuesta de Monzón como presidente ejecutivo. Los acuerdos del Consejo de Administración deberán ser aprobados también en la Junta Extraordinaria de Accionistas, que se aplaza del 30 de octubre que estaba prevista al 15 de noviembre. Todo ellos están hartos del déficit en la gestión de Juan Luis Cebrián, pero el más perjudicado es Santander, por los créditos que acumula con Prisa. De ahí su protagonismo en el proceso y que prestara su apoyo a la propuesta de Monzón como presidente ejecutivo. La orden de Moncloa ha provocado un Consejo de Prisa de vértigo. Pero, como decía, Janli es mucho Janli. Las opciones para hacer posible que que no pierda poderes ejecutivos eran dos. Una de ellas que siga como editor del grupo (tercero en el escalafón)  y la otra, como presidente chairman, no ejecutivo pero con mando en el Consejo de Administración. En los dos casos, además, con la indemnización de siete millones de euros por su jubilación. La tercera opción, la presidente de honor, algo bastante frecuente, estaba descartada porque supondría que Cebrián quede sin mando. La primera opción es muy parecida a que se tomó en The Washington Post con la familia Graham. Katharine Meyer Graham fue editora del diario desde 1963 hasta su fallecimiento. Aunque hay que decirlo todo: la familia era también propietaria de un diario en crisis. La otra opción es parecida al modelo alemán, un sistema de dirección dualista en el que conviven, como órganos de dirección, el consejo de administración y el consejo de vigilancia. Rafael Esparza