• El candidato oficialista Daniel Scioli gana con más de un 37% de los votos, pero no se deduce una victoria clara en las elecciones de octubre.
  • El oficialismo sigue fuerte a pesar de que ha ahogado el país por la mala gestión económica y entre numerosos escándalos.
  • La fuerza opositora 'Cambiemos' logra el respaldo del 31% del electorado, y estrecha el margen con su rival. Es la alternativa más sólida al Gobierno.
  • El frente peronista antikirchenista da la sorpresa, y alcanza un 20,87%. Puede ser una amenaza para el tradicional bipartidismo argentino.
Argentina celebró ayer elecciones primarias. A la cita estuvieron obligados a acudir todos los argentinos de 18 a 70 años. Aunque estos comicios están pensados para medir el respaldo a los distintos candidatos a presidente de cada partido, son también la antesala de las próximas elecciones presidenciales del 25 de octubre. En la práctica, son una primera vuelta simbólica. Según los datos provisionales (hay un 69,56% escrutado), el ganador ha sido Daniel Scioli. Era el favorito en las encuestas. Su partido, el kirchnerista Frente para la Victoria (FpV), logra reunir el 37,26% de los votos. En segunda posición ha quedado Mauricio Macri, cuya alianza centroderechista Cambiemos obtiene de momento el 31,05%. El peronismo opositor UNA, en el que compitieron Sergio Masa y José Manuel de la Sota, suma el 20,87%. A pesar del estrecho margen con el segundo, el partido de Cristina Fernández sale airoso una vez más de esta cita con las urnas. Y ella también, claro. La presidenta optó por exigir un único candidato para su partido, con el objetivo de aunar todos los apoyos en Scioli. El candidato kirchnerista se ha distanciado en los últimos años de las posiciones de la presidenta, pero a la hora de la verdad ambos pactaron para granjearse el mayor número de votos. En su discurso de anoche Scioli agradeció a su "querida compañera Presidenta de la Nación" su confianza en él. Queda por saber si, en caso de ganar las elecciones de octubre, hará más visibles sus distancias con Fernández o no. Daniel Scioli recordó también al Papa Francisco en su discurso: "Vamos a seguir el camino que nos manda Francisco. Hoy el país nos permite planificar con 'las tres T de Francisco': tierra, techo y trabajo. Y yo le agrego inversión e igualdad". Mauricio Macri, por su parte, invitó en su discurso a festejar que "se consolida una alternativa en Argentina" e incluyó en los buenos resultados de su partido a sus competidores, Ernesto Sanz y Elisa Carrió. En su apuesta por pretender un cambio en Argentina con vocación conciliadora, agradeció el voto a sus votantes y a los que no lo votaron también. Y agregó: "respetamos su punto de vista, pero que los invitamos a sumarse a la transformación que necesita nuestro país". El frente peronista antikirchnerista, UNA, llamó al diálogo con otras fuerzas políticas. Sus resultados plantean una amenaza al tradicional bipartidismo argentino. A la espera de los resultados definitivos, no deja de llamar la atención que un país apuntalado por unos índices económicos cada vez peores y varios casos de corrupción en marcha, mantenga el apoyo al oficialismo. La presidenta, Cristina Fernández, cuenta con un índice de aprobación del 40%, un respaldo que no logra ninguno de sus homólogos en Latinoamérica. Este éxito no puede comprenderse sin tener en cuenta la crisis argentina de 2001-2002, una de las peores de su historia. La llegada de los Kirchner, en 2003, permitió a Argentina salir del abismo. A pesar de que la situación con respecto al año pasado sea peor -y siga empeorando-, pesa todavía más entre los argentinos los recuerdos de esta crisis y su salida posterior. Daniel Esparza daniel@hispanidad.com