En Hispanidad ya lo hemos dicho: estos Presupuestos, pactados entre Sánchez e Iglesias, son un desastre. Solo tienen una medida positiva: el aumento del salario mínimo interprofesional (SMI) a 900 euros. Y si Christine Lagarde dice tonterías, déjenle que las diga.

España es, más que un país de bajos salarios, un país con grandes diferencias salariales, especialmente entre el SMI y salario medio. Por tanto, era de justicia subir el SMI de 750 a 900 euros.

Eso sí, la subida del salario mínimo debería ir acompañada de una deducción en las cuotas sociales pero, naturalmente, con unas cuotas que no dan ni de lejos para pagar las pensiones por un país envejecidos, no hay margen. Además, los grandes perjudicados son los autónomos, el elemento más productivo del país, porque sus cuotas se disparan. 

El acuerdo PSOE-Podemos atenta contra el trabajador y favorece al vago

En cualquier caso, ha sido la mejor idea de Podemos… y la única.

El resto son las clásicas medidas socialdemócratas: más impuestos y más subvenciones. La frase que viene a la memoria es la de “el dinero de los demás” y, al fondo, el fomento de la vagancia por parte de una izquierda, siempre adicta a la pereza y enemiga de los autónomos y las empresas. Es decir, de los que más aportan a la sociedad.

Lo de siempre: a Sánchez y a Iglesias les gusta jugar con el dinero de los demás. Con el suyo, no.

Y sí: son presupuestos contra la clases medias, contra los más trabajadores e, insisto, más productivos. No suelen votar ni a Podemos ni la PSOE.

Mejor que no salgan adelante… salvo la subida del SMI.