• Algo ya pactado con Emilio Saracho y que hubiera servido de contrapeso.
  • Saracho se cargó primero a Francisco Aparicio Valls y le sustituyó por el ingenuo Mateu Istúriz.
  • Luego se cargó a éste y la Sindicatura entró en la guerra civil en la que ahora malvive.
  • El combate fratricida impide hacer causa común jurídica frente a la intervención europea del banco.
  • Es decir, a la Junta Única de Resolución (JUR) y al FROB les van a llegar las reclamaciones del Ejército de Pancho Villa.
  • Muchas, aunque, eso sí, por el mismo motivo.
  • Por ejemplo, la denuncia de los pequeños accionistas, con Cremades a la cabeza, se presenta el viernes.
  • Pero ahí no están todos los pequeños accionistas.
  • Por ahora, el Santander queda libre de culpa.
  • Pero ojo, Antonio del Valle presentará la suya. Y los Lucsik. Y miembros de la Sindicatura.
La Sindicatura de Accionistas del Popular no ha logrado ponerse de acuerdo ni para impugnar la resolución de la Junta Única de Resolución (JUR) que acabó en el desenlace conocido: en manos del Santander por un euro. Pero esa falta de unidad, en realidad, no es más que un pálido reflejo de la división anterior, ojo, en el principal núcleo de accionistas del banco (la Sindicatura poseía casi un 10% del capital). Esa falta de unidad se ha visto antes, durante y después de la caída de Ángel Ron. Saldrán prueban interminables de la falta de cohesión de ese accionista colectivo, pero una de ellas, radiante como una llama, es que no fueran capaces de ponerse de acuerdo para nombrar un vicepresidente, como había sido pactado con Emilio Saracho, consciente de que controlaban en torno al 10% del capital, y a modo de contrapeso frente al nuevo presidente de infausta memoria. Si en la cima no supieron unirse, menos ahora, pues donde no hay harina todo es mohína. Es decir, sería mucho pedir. Parece claro que si no fueron capaces de nombrar un vicepresidente para proteger sus intereses no fueran a ser capaces ahora de hacer frente común frente a la intervención europea, aunque técnicamente hablando, se trató de una adjudicación por un euro al banco de Ana Botín, un chollo, como ya les hemos contado. Dicho de otra manera, a Europa van a llegar reclamaciones de los accionistas, pero por separado, no sólo de los pequeños sino también de los accionistas de la propia Sindicatura. Y llegarán, como quien dice, como si fueran el Ejército de Pancho Villa: todas con el mismo fin -reclamar por daños y perjuicios-, pero con distinto proceder y artillería, a través de distintos bufetes de abogados. Este martes, ha anunciado su reclamación la Asociación Española de Accionistas Minoritarios de Empresas Cotizadas (Aemec), a través del despacho de abogados Cremades & Calvo-Sotelo. Presentará el recurso el viernes ante el Tribunal General de la Unión Europea. Su objetivo, como el del resto, obtener una resolución favorable a "una compensación justa tanto para los accionistas como para los obligacionistas". Pero en esa reclamación no están todos los pequeños accionistas, del mismo modo que otros grandes ha optado por otras vías. Antonio del Valle también denunciará a la JUR, a través de Ontier, el antiguo bufete Hermosilla. O Luksic, antes amigo, hoy enemigo de Del Valle, que ha optado por Miguel Roca. Y dentro de ese etéreo Ejército de Pancho Villa están también, en el lío jurídico, las demandas que presentará la Sindicatura, desunidas claro. Y eso, como en el caso anterior, a pesar de que les unen las mismas razones. Pero esa misma desunión ya se vio también con el zarpazo dado por Emilio Saracho al cargarse al secretario del Consejo de Administración, Francisco Aparicio Valls, que servía de puente entre el banco y la Sindicatura, en la que estaban representadas las familias tradicionales del banco, con la Unión Europea de Inversiones (los Molins, Gancedo, Montuenga o Solís) y el resto (directivos y empleados). Saracho se cargó a Francisco Aparicio, nombrando primero al ingenuo José Francisco Mateu Istúriz -a quien todavía no se ha indemnizado- y después a Joaquín Hervada, pero el combate fratricida ya se había instalado mucho antes en el núcleo de la Sindicatura. Lo prueban los enfrentamientos hasta entre consejeros (de Ana María Molins, por ejemplo, con Reyes Calderón, por su apoyo al mexicano Antonio del Valle contra Ángel Ron). La mejor prueba de ellos, es la difícil e insólita transición en la entidad desde diciembre. En todo este lío jurídico hay otra cosa clara: ninguna demanda va dirigida contra el Santander, que queda libre del proceso. Todas las reclamaciones coinciden en el papel jugado por la JUR, pero ninguna apunta al banco de Ana Botín. Es lógico. La decisión la tiene Europa, el Santander sólo recibe el regalo. ¡Y menudo chollo! Pero no es sujeto activo sino hasta el día después. De hecho, como ya hemos informado en Hispanidad. es su única exigencia para evitar esto, las demandas que sabía vendrían después: que Europa fuera a intervenir el banco y se lo ofreciera. Y otra cosa es quién tendrá que pagar a los accionistas y obligacionistas del Popular en el caso de que el Tribunal General de la UE emita un fallo favorable con los afectados, ¿la propia JUR (o sea Europa) o el FROB? ¿Bruselas o Madrid? Rafael Esparza