Recientemente, Navarra Confidencial pedía, además de un pin parental (PP), un pin fiscal (PF).

Porque el ya famoso pin parental no es otra cosa que un espacio de libertad para los particulares, en este caso de libertad para que los padres eduquen a sus hijos en las convicciones que estimen pertinentes.  

Respecto al pin fiscal, lo único que disponemos los españoles es la asignación tributaria (el 0,7%) para la Iglesia y a las ONG. Es decir, justo lo que el Gobierno Sánchez pretende suprimir.

Sobre el 99,3% del dinero de nuestros impuestos manda el señor Sánchez, pero, miren por donde, al PSOE le molesta que dispongamos a dónde va a parar el 0,7% restante: también lo quiere para él.

Pues bien, deberíamos ampliar ese pin fiscal pero lo que está ocurriendo es que el Gobierno empieza a poner pegas de la forma más absurda. Y así, el diario ABC nos informa de que el Gobierno socio-comunista ya incoa que el dinero de la asignación tributaria no se dedica a lo que se tenía que dedicar. Y el colmo del caradura, el Tribunal de Cuentas asegura que la Iglesia podría estar prevaricando. ¿Prevaricando de qué y por qué? ¿A usted que le importa a que dedica su dinero la Iglesia?

En el caso de la asignación tributaria somos los españoles los que se lo hemos otorgado. Y los españoles se lo damos a la Iglesia porque confiamos en que lo va a dedicar a lo que queremos que lo dedique.

Si Napoleón no logró destruir a la Iglesia, mucho menos Pedro Sánchez y Carmen Calvo

Naturalmente, los argumentos importan un bledo. Se trata de asfixiar económicamente a la Iglesia, aunque el Tribunal de Cuentas no es el único camino. El camino más corto para arruinar a la Iglesia es el que ha escogido la vicepresidenta Calvo (que no Calva) que intenta cobrar el IBI a la misericordia con más patrimonio inmobiliario (y menos liquidez) como es la institución más vetusta de todos: la Iglesia, con inmuebles en todos los centros de la ciudad… no porque fueran ricos (rico es el que tiene liquidez, no el que tiene patrimonio) sino porque están allí desde hace 1.000 años.

Y más: como de lo que se trata es de hundir a la Iglesia, lo que pretende el sanchismo es, como explicaba el profesor Paredes el memorial de Julio Combes, aquel ministro masón de principios del siglo XX que no pretendía arruinar a la Iglesia sino controlarla: decidir la liturgia y la evangelización. Convertir al Gobierno en conferencia episcopal y al presidente en Papa. Es decir, la gran profanación de la Iglesia por parte del poder político. El catedrático de Historia, Javier Paredes, contó en Hispanidad el proyecto de Combes.

Fracasó, como fracasará el Sanchismo en su intento de destruir a la iglesia, bajo la maldición histórica de todos los comecuras que han pretendido destruirla. Recuerden cuando Napoleón le dijo al cardenal Ercole Consalvi, secretario de Estado de Pio VII, ambos encarcelados por el emperador francés:

-Voy a destruir a la Iglesia.

A lo que el prelado el respondió:

-Imposible excelencia, ni nosotros mismos lo hemos conseguido:

Sánchez: Tú tampoco lo conseguirás. Ni tan siquiera eres Napoleón y la Iglesia propia del Espíritu Santo.

Así que, por favor, pin parental y pin fiscal. A tope.