• Es decir, a los accionistas de referencia: los Carceller, Manuel Fernández de Sousa, Carolina Masaveu y los fondos Luxempart y Broadbill Investment.
  • Además, los acreedores buscan un socio industrial donde no esté presente ningún miembro del actual consejo de administración.
  • Y, con él, buscan un nuevo organigrama directivo.
Continúa el pulso en Pescanova, entre los accionistas de referencia y la banca acreedora. En otras palabras, entre Damm (la familia Carceller), Manuel Fernández de Sousa, Carolina Masaveu y los fondos Luxempart y Broadbill Investment, por un lado, y Popular, Sabadell, Caixabank, BBVA, Bankia, Abanca y el italiano UBI por otro. El consejo de administración, formado por Alejandro Legarda, Iberfomento (Antonio Pérez-Nieves), César Mata Moretón y Diego Fontán Zubizarreta, esposo de Carolina Masaveu, no tiene poder de gestión –está aún en manos del administrador concursal de Deloitte- pero se mantiene del lado de los accionistas antes citados. Sobre la mesa, una deuda de más de 3.000 millones de euros y un patrimonio negativo de 617 millones de euros. Eso sí, en 2014, la compañía registró un resultado operativo de 63 millones de euros y unas ventas de 900 millones. Es decir, la empresa es viable. Pero ojo, lo es porque la banca ha aceptado una quita de 2.000 millones de euros -aproximadamente, del 60%-, y aportó, en su día, 150 millones de euros más los 125 millones que aportarán ahora, en la ampliación de capital. ¿Qué quieren los Carceller y compañía? Seguir mandando en la Nueva Pescanova sin poner más dinero, algo que a día de hoy tienen muy complicado. Entre otras razones, porque para que la compañía continúe, la banca acreedora -que ya ha admitido una quita millonaria- exige una ampliación de capital o la capitalización de la deuda. Y si la próxima junta general de accionistas -a celebrar en septiembre- no la aprueba, las entidades se retirarán y la compañía irá a la liquidación. Ésa es la clave. Y Carceller y compañía no parecen dispuestos a inyectar más dinero, a pesar de que la banca les da esa posibilidad. Si quieren seguir, sólo tienen que meter más dinero, les han venido a decir. Por otra parte, los acreedores tienen claro que, de cara a la Nueva Pescanova, necesitan un socio industrial que esté limpio de polvo y paja, es decir, un socio industrial donde no esté presente ningún miembro del actual consejo de administración. Por ejemplo, no admitirían como socio a Damm. Lógico. Y no sólo eso. También buscan un nuevo organigrama directivo que sea capaz de dirigir la nueva etapa del grupo. Pablo Ferrer pablo@hispanidad.com