La versión digital del Washington Post tiene estas tres tarifas de pago:

1.Acceso gratis, con aceptación expresa de ‘cookies’ y de anuncios personalizados (la nueva publicidad de Internet). Eso sí, sólo tienes acceso a un número muy limitado de artículos por mes, los que decida el diario.

2.Pagar 60 euros anuales, que te dan acceso a todos el contenido pero, eso sí, con anuncios personalizados. Y ‘cookies’.

3.Tarifa especial: 90 euros al año. Acceso total a contenidos y sin seguimiento de anuncios por parte de terceros.

De entrada, decir que la publicidad programática, se lo vendan como se lo vendan, significa una violación de su intimidad y que su retrato robot, su privacidad anda en manos de muchas manos, en principio, sólo en principio, con la intención de darle la matraca.  

La segunda es la que más se parece a la fórmula ilimitada: acceso a contenidos con anuncios incorporados. 60 euros al año. Si usted compra el periódico en papel le sale al día por 1,50 euros, Es decir que en mes y medio ya se habrá gastado los 60 euros Y en dos meses, la tarifa Premium.

Lo que significa que el Washington Post en el mejor de los casos, ha reducido su valor a una sexta o a una novena parte.

Esto es la prensa digital. El Washington Post reduce sus ingresos por venta a una sexta o a una novena parte

Y dejo a un lado pequeñeces con la publicidad de cercanía (por ejemplo, la esquelas), soporte económico de la prensa vegetal, que en la prensa digital tiene un éxito ‘menor’.

Por no hablar de que, según los expertos (no los del Gobierno Sánchez, expertos que saben de verdad) resulta que la publicidad, no la vegetal ni la digital, sino el conjunto de la publicidad… está muriéndose.

Si los ingresos se reducen al a sexta o a la novena parte… ¿se puede mantener la calidad? Sí, pero a cambio del fantasma de todo editor: un mundo sin medios pero con información, con tantos emisores como receptores. Sí, los señores de la prensa tiemblan: les quedaría la opción de convertirse en autónomos. Ya no hablaríamos de diez grandes multimedia, sino de 1.000 pequeños editoriales.

¿Y eso es malo? No sé por qué. Es la internet en estado puro: incontrolable. Y eso es bueno. Hay más libertad que en la prensa tradicional. Lo cual significa que en Internet está todo lo mejor y todo lo peor. 

Los ingresos por publicidad digital todavía son un misterio, incluida la publicidad programática, que atenta contra la privacidad

Eso sí, el coronavirus ha resultado el golpe de gracia la prensa vegetal. Llevábamos anunciando su muerte desde hace muchos años. Ahora sí está muerta. Sobrevivirá como filial de la digital, no al revés.