Cada día que pasa, la España de Pedro Sánchez se parece más a la Venezuela de Nicolás Maduro. A lo mejor se debe a los buenos oficios de Rodríguez Zapatero para democratizar Venezuela.

Y ojo, porque el problema no es la politización de la justicia, sino la judicialización de la política

En la mañana del lunes, se hacía público el nombramiento de Manuel Marchena como presidente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Cuentan las crónicas que en el BOE que dio por fundado el CGPJ, introdujo una errata malvada: Consejo General del Joder Judicial. Pero, en cualquier caso, de lo que se trata ahora, casi 4 años después, es de controlar la Justicia, una vez controlado el Gobierno y una vez controlado el Parlamento gracias a la alianza con gente tan edificante como los proetarras de Bildu o los majados de Compromís.

Aunque de eso se encargan sus socios del Frente Popular, los agitadores de Pablo Iglesias

En resumen, la izquierda va a controlar el poder judicial y con ello pretenden controlar la parte de la justicia que aún no controla, que no es mucha. Y eso que el principal problema institucional de España no es la politización de la justicia, sino la judicialización de la política.

Al mismo tiempo, el aprendiz de brujo juega a reformar la Constitución para la fruslería de los amejoramientos

Aunque de eso se encargan sus socios del Frente Popular, los agitadores de Pablo Iglesias, que han convertido la indecisión del Tribunal Supremo sobre un fallo en una demagogia grosera sobre el poder de la banca y los tribunales fascistas.  

Al mismo tiempo, el aprendiz de brujo juega a reformar la Constitución para la fruslería de los amejoramientos.

Sánchez bolivarianiza España. Esperemos que no lo consiga o acabáremos como ellos.