• "Un don (la tierra), que tiene finalidad universal, lo hemos convertido en privilegio de unos pocos", ha denunciado el Santo Padre en la sede del Programa Alimentario Mundial.
  • "El alimento que se desecha es como si se robara de la mesa del pobre, de quien tiene hambre", ha enfatizado.
El Papa Francisco (en la imagen) realizó esta mañana del lunes 13 de junio en Roma una visita a la sede del Programa Alimentario Mundial con ocasión de la sesión anual 2016 de su junta ejecutiva, recoge Aciprensa. El Pontífice hizo un claro llamamiento a acabar con el hambre y la miseria en el mundo y señaló: "Dejémoslo claro, la falta de alimentos no es algo natural, no es un dato ni obvio, ni evidente. Que hoy en pleno siglo XXI muchas personas sufran este flagelo, se debe a una egoísta y mala distribución de recursos, a una 'mercantilización' de los alimentos. La tierra, maltratada y explotada, en muchas partes del mundo nos sigue dando sus frutos, nos sigue brindando lo mejor de sí misma; los rostros hambrientos nos recuerdan que hemos desvirtuado sus fines. Un don, que tiene finalidad universal, lo hemos convertido en privilegio de unos pocos. Hemos hecho de los frutos de la tierra  –don para la humanidad– 'commodities' de algunos, generando, de esta manera, exclusión". "El consumismo  –en el que nuestras sociedades se ven insertas–  nos ha inducido a acostumbrarnos a lo superfluo y al desperdicio cotidiano de alimento, al cual a veces ya no somos capaces de dar el justo valor, que va más allá de los meros parámetros económicos. Pero nos hará bien recordar que el alimento que se desecha es como si se robara de la mesa del pobre, de quien tiene hambre. Esta realidad nos pide reflexionar sobre el problema de la pérdida y del desperdicio del alimento a fin de identificar vías y modos que, afrontando seriamente tal problemática, sean vehículo de solidaridad y de compartición con los más necesitados", ha denunciado. "'Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber'. En estas palabras se halla las máximas del cristianismo. Una expresión que, más allá de los credos y de las convicciones, podría ser ofrecida como regla de oro para nuestros pueblos. Un pueblo se juega su futuro en la capacidad que tenga para asumir el hambre y la sed de sus hermanos. En esta capacidad de socorrer al hambriento y al sediento podemos medir el pulso de nuestra humanidad. Por eso, deseo que la lucha para erradicar el hambre y la sed de nuestros hermanos y con nuestros hermanos siga interpelándonos, a fin de buscar creativamente soluciones de cambio y de transformación", ha añadido. "La Iglesia Católica, fiel a su misión, quiere trabajar mancomunadamente con todas las iniciativas que luchen por salvaguardar la dignidad de las personas, especialmente de aquellas en las que están vulnerados sus derechos", concluyó. José Ángel Gutiérrez joseangel@hispanidad.com