• Las acciones llegan a perder un tercio de su valor tras el peligroso precedente del Popular.
  • Y no hay un comprador, después del paso del Santander, y Caixabank, que lo quería, está pendiente de BPI.
  • Las compras por los principales accionistas, consejeros y directivos no frenan el desplome.
  • Y a eso se une otra presión, como el Popular: la de las posiciones bajistas en contra del valor.
  • La entidad quita hierro: no hay fuga de depósitos ni el miedo afecta al funcionamiento de las sucursales.
La delicada situación de Liberbank, tras el desplome bursátil de ayer jueves, en nada mejora este viernes. Es más, va a peor, con la pérdida de un tercio de su valor. Revienta así el ánimo de los accionistas, algo inseparable al pánico provocado por la resolución europea sobre el Popular. La acción, que cotizaba hace un mes a 1,27 euros, cotiza ahora 0,6. Este jueves perdió un 18,3% y hoy ha llegado a perder más del 32%. Es inevitable que muchos accionistas vean paralelismos entre el desenlace del Popular (entregado al Santander por un euro) y el futuro de Liberbank. Pero no hay un comprador a la vista. El Santander, va de suyo, queda al margen, a pesar del sueño en ese sentido de la familia Masaveu. Y entre el resto, Ciaxabank, que lo quería por el complemento que ofrece en las regiones donde está menos presente (las de Liberbank: el noroeste y Extremadura y Castilla-La Mancha), está más pendiente ahora del portugués BPI. De nada han servido los gestos de sus consejeros (Jesús Alcalde, Víctor Roza) y directivos para mitigar el desplome y frenar el contagio con compras de títulos por debajo del euro. La Corporación Masaveu, cuarto accionista, ha comunicado a la CNMV la compra de casi 800.000 acciones, que aumentan su participación al 5,63%. También ha hecho lo propio su consejero delegado, Manuel Menéndez (en la imagen), que ha sumado otros 79.702 títulos (al 0,048%), o el fondo Oceanwood (ahora en el 3,02%). Al peligroso precedente vivido en el Popular (con los accionistas son acciones), que amenaza con provocar una crisis bancaria en cadena, se une en el caso de Liberbank su complicada situación financiera, con un negocio típico renqueante y una morosidad demasiado elevada. La entidad, en esa línea y para calmar ánimos, ha ratificado su objetivo de reducir el ratio de mora  en 2018 por debajo del 7% (cerró el primer trimestre en el 13%), pero tampoco ha sido suficiente. Y como colofón, también, la presión de las posiciones bajistas, como ocurrió también con el Popular. A juicio de la entidad, esos movimientos -estrictamente especulativos- han pasado de atacar al Popular a atacar a Liberbark. Además, ha señalado, que lo que está ocurriendo no se ha trasladado al funcionamiento en las sucursales ni repercute en forma de retirada de depósitos. Rafael Esparza