Fue desfigurado con ácido, por los celos de sus colegas y por ser cristiano. Sucedió en Pakistán, en una pequeña localidad de Punjab. El cristiano se llamaba Faraz Ahmed Badar, se acababa de graduar en la carrera de Farmacia y tenía 26 años. Hacía dos que trabajaba como manager en el DHQ Hospital de la ciudad de Gujaranwala. El 5 de septiembre pasado, mientras se alistaba para dejar su turno, alrededor de las 2 de la mañana, fue agredido con ácido por un hombre con el rostro cubierto, que aún no ha podido ser localizado. Socorrido y trasladado de urgencia a un nosocomio privado y luego al Mayo Hospital de Lahore, finalmente murió el 15 de septiembre, tras 10 días de agonía, informa Asia News.

Vivimos en una cultura sin misericordia, en la cual los cristianos frecuentemente se convierten en víctimas a causa de su vulnerable condición, denuncia su padre

Ninguno de los dos hospitales pudo hacer mucho para salvar la joven vida del cristiano. Además de las gravísimas quemaduras en el rostro, los médicos encontraron en su cuerpo signos de torturas, sufridas con anterioridad. Su padre, Badar Masih, declaró ante la British Pakistani Christian Association (BPCA) que esa no fue la primera vez que Faraz fue agredido. “Había muchos celos en su lugar de trabajo –denuncia-. Vivimos en una cultura sin misericordia, en la cual los cristianos frecuentemente se convierten en víctimas a causa de su vulnerable condición”.

El hombre cuenta que hubo reiterados episodios de discriminación religiosa: “Con frecuencia era agredido por un colega musulmán, que no aceptaba el hecho de que un cristiano pudiese ocupar un cargo más elevado que el suyo. Nuestro país es intolerante, y muchos musulmanes creen que todos los cristianos debieran ser barrenderos, y no managers. Se refieren a nosotros como los ‘Chura’, que significa ‘intocables empleados de limpieza”.

Faraz sufrió reiterados episodios de discriminación religiosa

La familia de Faraz cuenta que, pocos meses atrás, el joven había sido víctima de otro episodio de violencia. Fue rodeado por un grupo de hombres que llevaban máscaras, y le metieron botas en la boca, sosteniendo que “un cristiano ni siquiera puede trabajar lamiendo botas”. El padre agrega: “Amenazaron con matarlo si Faraz no dejaba el trabajo. Decían que su impureza espiritual contaminaba la salud de los ‘musulmanes puros’. Informamos a la policía sobre el incidente, pero nos ignoraron porque somos cristianos”, concluye.