• El proyecto para convertir el antiguo Ministerio de la Guerra británico en un hotel de lujo, se esfuma.
  • El plan de desinversiones del nuevo Ceo no incluye la Quinta Torre de la Castellana, en Madrid.
  • Por cierto, Villar Mir no vende el 2,5% de Abertis porque tiene un crédito puente que se lo impide.
Desde que asumiera el cargo de consejero delegado de OHL a finales de junio, Tomás García Madrid (en la imagen) se ha puesto manos a la obra. Su prioridad número uno, y la del nuevo presidente, Juan Villar-Mir de Fuentes, está clara: reducir el apalancamiento del grupo. El tiempo apremia y no hay tiempo que perder. Las cuentas de 2016 deben reflejar una mejora importante de la deuda. Por eso, García Madrid no ha dudado en colgar el cartel de 'se vende' a uno de los proyectos estrella de Juan Miguel Villar Mir: el 'Old War Office', el complejo de lujo -apartamentos, hotel de cinco estrellas y zona comercial- que iba a desarrollar, junto al grupo indio Hinduja, en el antiguo edificio del Ministerio de la Guerra británico, situado en el corazón de Londres. OHL podría ingresar unos 450 millones de euros y dedicar a otros menesteres los 1.000 millones de euros de inversión que requería. Por ejemplo, a la construcción de la Quinta Torre, en el norte de Madrid. Como recordarán, los terrenos son una concesión del Ayuntamiento de Madrid durante 75 años, que le cuesta cuatro millones de euros al año a Villar Mir. El caso es que el rascacielos, que albergará la escuela de negocios IE Business School, no está en venta aunque podría admitir socios adicionales que permitieran mantener el control a Villar Mir. Estamos hablando de unos 500 millones de euros que incluyen la construcción y el alquiler durante 75 años. Ademas del rascacielos, el complejo incluye dos edificios de cuatro o cinco alturas cada uno, que albergarán una zona comercial y un centro sanitario que explotará el grupo Quirón. Por cierto, Villar Mir sigue teniendo un 2,5% de Abertis, pero no porque quiera mantenerlo, sino porque tiene un crédito puente que le impide salir definitivamente del accionariado de la empresa concesionaria. Si no fuera así, ya habría vendido todos los títulos de la compañía. Pablo Ferrer pablo@hispanidad.com