¿La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) es una organización sin ánimo de lucro, como se define? Surge la duda, pues, aunque su actividad tiene lugar en España, pertenece a un entramado societario cuya matriz (Euroconsumers) se ubica en Luxemburgo. Esta última también tiene presencia en Hong Kong y Países Bajos. Por tanto, tres jurisdicciones famosas por tener una fiscalidad extraordinariamente atractiva.

La OCU tiene elementos adversos que desdibujan la imagen desinteresada que debería tener un organismo defensor de los consumidores y una entidad sin ánimo de lucro. Entre ellos, está el hecho de que publica artículos e informes contra empresas de sectores, en alguno de los cuales pueden darse conflictos de intereses. Dos ejemplos:

  1. La directora general de OCU España, Esther Rodríguez Uceda, es socia, junto a sus hermanos, de una empresa familiar que se dedica al aceite de oliva virgen extra (Uno Aove), que comercializa la marca Uno un aceite bueno. Curiosamente, a finales de octubre de 2018, la OCU denunció un fraude en el sector del aceite, concretamente en el etiquetado de 20 marcas... estudio que más tarde fue desmentido por la consultora Nielsen, como informó Economía Digital.
  2. El director de Recursos Humanos de la OCU, Julián Hoyos Ruiz, está vinculado desde hace un año a la sociedad Fonditel Alfa Fondo de Pensiones y desde el pasado junio es miembro del Comité Central de Fonditel Alfa, además, antes de estar en dicha sociedad, estuvo relacionado BBVA Tres Fondo de Pensiones durante más de diez años. Y qué casualidad, desde 2010, la OCU tiene publicaciones desaconsejando la contratación de planes de pensiones y recomendando destinar una parte de los ahorros a una cartera diversificada de fondos de inversión.

¿Casualidades? ¿Coincidencias? No decimos que no pero los datos son esos.

Pero aquí no acaba el tema, porque también se sospecha del ataque que lanzó hace unos meses contra varias cremas solares en otro estudio: en concreto, contra productos de Isdin -laboratorio centrado en el cuidado dermatológico, propiedad al 50% del grupo farmacéutico Esteve y de la familia de perfumeros Puig- y de Babaria -marca de cosmética que pertenece a Berioska, una sociedad ubicada en Cheste (Valencia). La Federación de Asociaciones de Farmacias de Catalunya (Fefac) acusó a la OCU de “falta de rigor” en dicho estudio y Stanpa, la patronal de la industria cosmética, también lo desacreditó por carecer de transparencia y rigor científico. Además, paradójicamente, en dicho estudio, la OCU recomendaba varios protectores solares de Garnier, la segunda marca más grande del grupo L’Oréal

¿Más coincidencias? Puede ser.

En un estudio, la OCU denunció protectores solares de Isdin y Babaria, al mismo tiempo que recomendaba varios de la marca Garnier, propiedad de L'Oréal

En este asunto hay otro actor: la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS), que tras valorar el estudio de la OCU y los análisis de las empresas afectadas, consideró que el etiquetado de Isdin y Babaria era correcto al tiempo que reconocía la validez de los resultados de la OCU. Una solución salomónica que daría un vuelco: tras hacer sus propios análisis, hace un mes, ordenó la retirada de los productos de Isdin y Babaria denunciados por tener un factor de protección inferior al que figura en su etiquetado. Tablas.

El entramado societario al que pertenece la OCU también tiene sociedades en otros países: Test-Achats (TA) en Bélgica, DECO en Portugal y Altroconsumo en Italia

Por cierto, el entramado societario al que pertenece la OCU no sólo actúa en España, sino que tiene sociedades en otros países: Test-Achats (TA) en Bélgica, DECO en Portugal y Altroconsumo en Italia. Las dos primeras sólo se financian mediante las cuotas de socios y suscriptores, mientras que las dos últimas también cuentan con financiación pública. La italiana es la que mayor presupuesto tiene para hacer lobby en la Unión Europea (unos 5 millones de euros) frente a los 187.000 euros de la OCU, según cifras de 2017. 

Puede que sea una entidad sin ánimo de lucro pero, ¡qué poderío!