Suma y sigue. Primero fue la embustera de Carmen Calvo, quien afirmó que el secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, le había asegurado que la Iglesia no enterraría a Franco en la catedral de La Almudena. Era mentira, naturalmente, e incluso Parolin se vio obligado a enviar un muy diplomático comunicado en el que negaba tal compromiso. Es decir, llamaba mentirosa a Carmen Calvo, lo cual no es una calumnia, en tal caso una difamación, dado que hablamos de un hecho cierto.

Pero ahora ha sido más grave. Ahora es el propio Papa Francisco quien se ve obligado a denunciar otro embuste, y esta vez del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Continúan los planes de Moncloa para derruir la Cruz del Valle de los Caídos. Paso previo: desacreditar a los benedictinos

El señor presidente en una entrevista con el diario italiano Corrire della Sera, aseguró que el Papa Francisco le había ayudado a exhumar a Franco porque los benedictinos del Valle de los Caídos se oponían.

El Vaticano no suele responder a las manipulaciones políticas del cristófobo gobierno español pero este vez se vio obligado a hacerlo mediante un comunicado público, como el de Parolin de seis meses atrás, donde, con exquisitez diplomática pero firmeza de barquero… volvía a señalar que, de nuevo, el Gobierno español miente, en este caso en la persona de su presidente, Pedro Sánchez Pérez-Castejón.

Así, la Oficina de Prensa del Vaticano desmentía al presidente: Francisco no ayudó, es decir, no regañó, como pretende Sánchez, a Santiago Cantera, prior de los benedictinos del Valle de los Caídos. Lo único que hizo es no oponerse a la exhumación, y podía haberlo hecho, ya que la policía, pro orden de Sánchez, profanó -eso fue lo que hicieron y con malos modales- un recinto sagrado.

En definitiva, el Vaticano, con mucha finura, recordó, primero, a la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, que mentía, y ahora tiene que recordar, exactamente lo mismo, a Pedro Sánchez.

La guinda final consistirá en convertir la Cruz del Valle en un obelisco masónico

Cualquier otro mandatario occidental, abochornado de esta forma por otro Estado -insisto: primero le deja por mentirosa a Carmen Calvo, luego al presidente del Gobierno- no volvería a insistir en la materia, pero lo propio del Gobierno Sánchez es la impunidad: miento, me demuestran que miento y doy la callada por respuesta… para poder seguir mintiendo pasado un mes, cuando se haya olvidado el bochorno.

Y también mintió el Gobierno, y su principal responsable en la materia, la precitada Carmen Calvo, cuando aseguraba que nada tenía contra el Valle de los Caídos y que tan sólo se trataba de no enaltecer al dictador.

Pues no: se trataba de un cadáver de más de cuarenta años. Lo que realmente no soporta la amargada comecuras Carmen Calvo, ni tampoco un Gobierno marcado por una cristofobia excesivo (¿No será delito de odio?), es la visión de una de las cruces más altas de Europa, el signo cristiano ondeando en toda la sierra de Madrid.

Como tampoco soportan a la pujante comunidad de benedictinos, un foco de espiritual que para Sánchez y Calvo constituye un insulto. Su propia existencia, digo.

Por tanto, el plan socialista continúa: derruir la cruz del Valle de los Caídos, o mejor: quitarle los brazos y convertirla en un obelisco rematado en forma de pirámide, para recalcar aún más su carácter masónico.

Para ello, Moncloa necesita desacreditar al precitado Santiago Cantera, un franquista redomado y convertir el Valle de los Caídos en un centro profanado dedicado a lo que llaman memoria histórica y que consiste principalmente, en ganar la guerra civil de 1936 con ochenta años de retraso.