El Nuevo Orden Mundial (NOM), es decir la progresía, que define la atmósfera cultural imperante, en otras palabras, lo políticamente correcto, se ha lanzado a denunciar las noticias falseadas y les ha otorgado un nombrecito inglés, para que todos los horteras hablen de las ‘fake news’No hace ninguna falta luchar contra las noticias falseadas porque la mentira tiene las patas cortas y porque la falsedad interesada jamás ha podido luchar contra la necesaria coherencia interna de un texto o de un discurso. A los mentirosos siempre se les descubre por su incoherencia.

En cualquier caso, la sociedad de la información se distingue, no por los peligrosos conspiradores que lanzan campañas y mentiras a un público desinformado sino por un ruido coral, de ese mismo público que repite de forma borreguil los mismos valores o las mismas necedades, según depende.

En la sociedad de la información no se impone el que conspira sino el que observa el consenso y se apresura a encabezarlo

El líder de la sociedad de la información no arrastra a las masas a través de una propuesta ideológica propia, sino que recoge los retazos ideológicos (la información se ha fragmentado) y se coloca a la cabeza de la manifestación. Es decir, se pone a la cabeza del consenso. No hay conspiración, salvo la que se deriva de olfatear acertadamente por dónde va el consenso.

Ahora bien, en mi opinión esto no es progreso, sino una regresión. Es mucho mejor la conspiración que el consenso. Nada hay oculto que no llegue a descubrirse y al conspirador se le identifica en un santiamén. Además, no es un sujeto simpático ni popular.

¡Ah! y los perseguidores de ‘fake news’ no son otra cosa que los nuevos censores… de lo políticamente correcto

Pero el líder del consenso resulta mucho más peligroso. Ya puede decir las mayores sandeces, y suele hacerlo, porque esas sandeces se legitiman por su estructura aparentemente democrática.  

Mucho peor el consenso que la conspiración. En ello estamos.