El drama humano que se está viviendo en Venezuela sigue forzando a cientos de miles de venezolanos a huir del país ante la pobreza extrema, el hambre y la represión por parte del gobierno de Nicolás Maduro. Muchos de estos venezolanos están cruzando la frontera hacia Colombia. Allí la Iglesia se está volcando para recibir y ayudar a estas personas que, en muchos de los casos, llegan con lo puesto. Así lo atestigua el sacerdote Diego Fonseca, de la Diócesis fronteriza de Cúcuta (Colombia), informa Religión en Libertad.

En una entrevista en La Linterna de Cope, este religioso confirma que “la crisis en Venezuela ha aumentado” en los últimos meses.

La situación que relata el padre Fonseca también ocurre en la frontera entre Venezuela y Brasil

El padre Fonseca relata que “hay una casa a 800 metros de esa frontera, que es de la Diócesis de Cúcuta, que a las 10 de la mañana amanecen tiras de personas esperando un café con pan, el primer alimento del día. A las 11 se entrega una ración de comida caliente, un almuerzo”. En total ofrecen en esta casa “más de 3.200 raciones de comida al día”.

Esto mismo ocurre en la frontera entre Venezuela y Brasil, y con una respuesta similar por parte de la Iglesia católica. El misionero español Jesús López Fernández de Bobadilla, de 78 años, sirve en la diócesis brasileña de Roraima, y actualmente está volcado en la atención de los miles de refugiados venezolanos que cruzan la frontera.

Se confirma la aprobación de 35 millones de euros en ayuda humanitaria de la UE para atender el éxodo venezolano

El padre José Sebastião, que ayuda a este misionero cuenta que a las 3 de la mañana los voluntarios empiezan a preparar los desayunos para los refugiados. Entre las 5 y las 7 de la mañana reparten más de 1.300 desayunos.

“Para muchos de ellos es la única comida del día. Aquí llueve y hace frío. La ciudad es pobre, faltan saneamientos y las calles están llenas de personas que vienen de todas partes”, agrega.

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, confirmó recientemente la aprobación por parte de la Unión Europea (UE) de 35 millones de euros en ayuda humanitaria para que Iberoamérica atienda el éxodo de venezolanos que huyen de la crisis de su país.