Curioso, yo pensaba que era invención, forzada, de Antonio María Rouco y resulta que venía de atrás. Ahora me explico.

Cuando el obispo de Madrid Rouco Varela dijo aquello de que la unidad de España es un bien moral a proteger, discrepé. No, el bien moral es la fe cristiana pero no la unidad de España, que se enmarca en el tiempo, mientras la norma moral y el dogma pasan por el tiempo pero no cambian.

Los españoles han dejado de ser católicos pero España no puede dejar de serlo 

Es decir, soy católico y soy español pero recuerden el chiste polaco:

-¿Los rusos son amigos o hermanos?

-Son mucho más que amigos, son hermanos, porque a los amigos los elige uno.

Así que, primero soy cristiano, luego español. Lo de cristiano lo elegí yo. Lo de español me vino dado. Y me siento orgulloso de ello, pero no se debe a mi libre voluntad sino a la providencia. Sí, también la vida, pero insisto.

En España cristianismo y patriotismo van unidos. Es el único país europeo que ha convertido la colonización en evangelización

Con la evolución de los nacionalismos vasco y catalán empecé a creer que, a lo mejor, Rouco tenía razón. Porque en el caso español, cristianismo y patriotismo se habían alimentado el uno al otro durante siglos y porque, además, el catolicismo español había sido, ante todo, misionero, creativo y expansivo. Ejemplo: la única colonización que fue, a un tiempo, evangelización resultó ser la española en América y Filipinas.

Ahora bien, pensé que lo de Rouco era nuevo y resulta que es viejo. La misma idea suya resulta que ya lo explicaba hace dos siglos un tal Menéndez Pelayo y mucho mejor que yo. Naturalmente. Un Pablo Iglesias o un Gabriel Rufián no han tenido tiempo para leer al cántabro porque es un poco fachas y podría ensanchar sus meninges. ¡Qué sé yo, podrían rehabilitarse!

El caso es que Pelayo ya habló de que la fe cristiana es lo que ha forjado España y, por tanto, debemos inferir que sin esa fe la unidad del país tiende a desmoronarse. Y en ello estamos.

Dicho de otra forma, España no se entiende sin su fe cristiana, por eso en el caso español y no recuerdo ningún otro, la unión entre fe y patriotismo es total. Si rompes lo uno, destrozas lo otro.

Traducido: no son el independentismo catalán -o el vasco- los que pueden romper España, es la secularización la que puede acabar con la unidad nacional. Menéndez Pelayo tiene razón: no se entiende una unidad entre tamaños desiguales si no es por la fe en Cristo y porque España es la Tierra de María. Pero cuando la fe falla el cemento que une España desaparece. Y por eso, también, cuando Pedro Sánchez -quien desea la unidad de España dado que es él quien manda en ella y si se produce la ruptura mandará menos y en menos- quiere apoyar la unidad de España en la Constitución del 78, olvida que ese cemento resulta demasiado inconsistente. Ni la Constitución ni la democracia son barreras suficientes para fuerzas centrífugas que lo son, no porque no crean en la democracia, sino porque han dejado de creer en Cristo y, por tanto, no valoran la unidad de España.

Y es que los españoles han dejado de ser católicos pero España no puede dejar de ser cristiana: es su historia... y la tradición es la democracia de los muertos.