Tengo para mí que mis admirados colegas del periodismo anti-Pedro Sánchez -casi todos ellos buenas personas- se equivocan cuando interpretan, durante toda la tarde noche del martes 16 de junio, que lo que Pedro Sánchez pretende es romper con Podemos para pactar con los termitas de Ciudadanos. Olvidan, al parecer, que Ciudadanos tiene 10 diputados y que eso no da ni para pagar el agua.

¿Puede avalar Podemos una reducción de las pensiones? Hombre, ya lo hizo su admirado ZP…

No hombre no. La razón por la que Iván Redondo, el estratega, ha decidido virar -o no virar en absoluto pero que lo parezca- es porque quien presiona es Europa: no dará el dinero de ese magma conocido como Fondo de Reconstrucción post-coronavirus, o dará menos, si Sánchez no se compromete, no a la consolidación fiscal sino, ojo, a la reducción de déficit, no por aumento de impuestos, de ingresos, sino por reducción del gasto. Es decir, por una merma en ese monstruo devorador en que se ha convertido el Estado del Bienestar en España. Y eso, necesariamente, pasa por una bajada de las pensiones, que contando todos los apartados, se lleva el casi el 40% de todo el gasto social e impide bajar los impuestos laborales para crear empleo.

Podemos, en especial el inefable Garzón, insiste en mantener el gasto -y el correspondiente voto cautivo- a costa de fabricar más dinero

Y ahí viene el dilema: ¿aceptará Podemos, por ejemplo, una reducción de las pensiones? Precisamente ellos, que han establecido el ingreso mínimo vital (IMV) y otra mamandurrias, entusiastas partidarios de la economía subvencionada y el voto cautivo.

Pues yo creo que sí lo aceptarán. Y sin despeinarse. No olvidemos que tanto el PSOE como Podemos son dos partidos de lo más impúdicos.

Reducir las pensiones ya lo hizo el socialista Zapatero y sigue blasonando de rojo y de bolivariano, pero a lo mejor, por vergüenza torera, Podemos manifestará en público una cierta desazón, una especie de vahído de marquesa pidiendo el frasco de sales. Pero lo aceptará.

No olvidemos que tanto el PSOE como Podemos son dos partidos de lo más impúdicos

A todo esto, ayuda poco que el ínclito ministro de Consumo, inefable Alberto, asegure que todo se soluciona fabricando más dinero. Así se podrán seguir otorgando subvenciones para ganar votos y des-industrializando España. Al parecer no ha caído en la cuenta de dos cosas: los créditos (y la política monetaria se vehicula a través de créditos) hay que pagarlos y que, en cualquier caso, el problema del océano de liquidez, de fabricar dinero, no es la hiperinflación, que puede llegar o no llegar, sino la devaluación automática de la economía mundial y la devaluación consiguiente del trabajo y de la inversión, como elemento de la producción. Y esto no por ninguna teoría monetarista sino por la ley de la oferta y la demanda, que es más antigua que el patrón oro y el monetarismo del siglo XXI.

El problema de fabricar dinero no es sólo la hiperinflación: es la devaluación de la economía… y del trabajo

Insisto: Redondo no es partidario de ceder tanto como para cambiar la alianza con Podemos por una alianza del PSOE con el PP.

Redondo considera que se necesita un enemigo y que al enemigo ni agua. Bueno, mucho diálogo pero ni una migaja de pan. Por eso juguetea con Ciudadanos e intenta mantenerlo en pie, como cadáver insepulto para restar votos al PP y a Vox y presionar a Podemos y a los nacionalistas para que acepten su plan de recortes, que será mucho más duro que los de Mariano Rajoy. Y no lo duden, Pablo Iglesias lo acabará apoyando cambiando el nombre de recortes por el de solidaridad post-coronavirus.

Se admiten apuestas.