Un libro de los que dejan buen sabor de boca: Los niños de la Mantequilla, del historiador Javier Más.

En plena postguerra (de la guerra civil y de la II Guerra mundial), en 1946-47, una España aún recuperándose de la contienda acogía a más de 4.000 niños alemanes y austriacos que atravesaban las horribles penurias posbélicas del imperio hitleriano. Sí, porque los niños alemanes y austriacos también sufrieron. Este libro cuenta cómo confundían las naranjas, para ellos desconocidas, con pelotas. Y cómo alguno aprendió a hablar español y olvidó el alemán.

Las familias españolas se ocuparon de ellos y trataron de no encariñarse demasiado porque sabían que un año después debían volver con sus padres.

Era una España pobre pero generosa, que no se miraba el ombligo y que -ocurre en países y en personas- como estaba pendiente del otro se olvidaba de sí mismo, que no es otro el secreto de la felicidad.

Recién lo termino cuando oigo hablar a los ministros del Gobierno Sánchez de que sin Europa no podemos salir de la crisis del coronavirus.

Veo a la España rica de 2020 mendigando favores en lugar de la España pobre de 1947 que preludiaba aquello de no te preguntes qué pueden hacer los demás por ti, sino qué puedes hacer tú por los demás.

Creo que le voy a regalar un ejemplar a Pedro Sánchez.