Tras un fuerte enfrentamiento armado, cientos de policías y paramilitares del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, retomaron el control de la comunidad indígena de Monimbó (barrio al sur de la ciudad de Masaya), a unos 30 kilómetros al sur de la capital, el último bastión controlado por los manifestantes que protestan contra el Gobierno, recoge Reuters.

Mons. Silvio José Báez, Obispo Auxiliar de Managua en Nicaragua, denunció dicho ataque de grupos paramilitares afines al régimen de Ortega, y pidió que el mandatario “detenga la masacre”, recoge Aciprensa.

“Las balas están llegando hasta la parroquia María Magdalena, en donde está refugiado el sacerdote. ¡Que Daniel Ortega detenga la masacre! ¡A la gente de Monimbó les ruego, salven sus vidas!”, dijo el prelado a través de Twitter.

Recientemente, los grupos paramilitares atacaron al Arzobispo de Managua, Cardenal Leopoldo José Brenes; el Obispo Auxiliar de Managua, Mons. Silvio José Báez; y el Nuncio Apostólico, Mons. Waldemar Somertag.

El domingo 15 de julio, paramilitares dispararon contra el vehículo en que viajaba el Obispo de Estelí, Mons. Abelardo Mata, cuando regresaba de celebrar una Misa.

La violencia se recrudeció en Nicaragua desde el viernes, después de que grupos armados progubernamentales y efectivos de la fuerza pública irrumpieran en universidades tomadas por manifestantes y rompieran los bloqueos de vías en varias ciudades dejando una decena de fallecidos.

La denominada “operación limpieza” busca debilitar la base de las protestas contra Ortega, pero no sólo generó rechazo internacional, sino que reavivó la convicción de los manifestantes para exigir la renuncia del presidente, quien enfrenta su peor crisis política desde que asumió en 2007.

La policía y las autoridades en Nicaragua han matado y encarcelado a personas sin someterlas a un juicio y han cometido actos de tortura

Un plan del presidente Ortega para reducir los beneficios de los pensionados desató una ola de protestas a mediados de abril. El Gobierno se retractó de la medida poco después, pero su severa respuesta a las manifestaciones generó más turbulencias por el rechazo a la gestión del mandatario.

La policía y las autoridades en Nicaragua han matado y encarcelado a personas sin someterlas a un juicio y han cometido actos de tortura, según la oficina de derechos humanos de Naciones Unidas y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.