Está de moda el salario social o renta única universal, o renta asegurada. Es la media estrella de Pablo Iglesias, ideólogo insigne de nuestro Gobierno.

El salario social significa pagar un dinero por no hacer nada. Ni tan siquiera se le exige hacer algo por la sociedad a cambio del dinero que recibe... de esa sociedad. De hecho, el PER, resulta, sin duda, mucho más justo que el salario social.  De hecho, el pasado jueves 27 el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, certificó que el Ingreso Mínimo Vital (o sea, el salario para vagos) se oficializará en pocas semanas.

En definitiva, el salario social de Pablo Iglesias sirve para crear un país de vagos.

La única brecha salarial entre el varón y la mujer, no la provoca el machismo, sino la maternidad

Y encima, es una gran mentira porque pretende ponerse la medalla de iniciar algo que ya está perfectamente instalado en la sociedad: el salario o renta social, o como se le quiere llamar; ya lo pagan las comunidades autónomas y algunos ayuntamientos.

Y sí, sobre todo, se paga a inmigrantes. No digo que esto sea malo, digo que es lo que hay.

Feministas: enteraos de una vez: la marginada no es la mujer, sino la madre

Por contra, el salario maternal es justo. Se paga -se debería pagar, porque lo de ahora en España es una vergüenza- a la mujer cuando la mujer aporta a la sociedad lo que esta sociedad de viejos más necesita: niños.

Y además, es de justicia, porque la única discriminación real, la única brecha salarial entre el varón y la mujer, no la provoca el machismo, sino la maternidad. Si la mujer decide ser madre dedica a esa tarea -con conciliación o sin ella- mucho más tiempo que el varón, porque así se lo exige la naturaleza y pierde unos años, entre los 25 y los 40, que resultan vitales para consolidarse en el mundo laboral. Por tanto merece que la sociedad la compense con un salario por ofrecerle lo que la sociedad, insisto, más necesita: niños.

Como varón, lo único que envidio de la condición de mujer es la maternidad

En este sentido, a la mujer no la discrimina el varón ni la estructura de no se sabe qué: a la mujer le discrimina la maternidad, o sea, la naturaleza y contra la naturaleza no se puede luchar. Es cierto que se trata de una discriminación que también es una grandeza. Como varón, lo único que envidio de la condición de mujer es la maternidad.

Lo de la conciliación forzosa es una coña inventada por las feministas que odian la maternidad. A la mujer hay que compensarla con un salario maternal que vaya desde la gestación misma hasta la independencia de la criatura.

Y la caradura de Pablito Iglesias: se pone la medalla de una renta social garantizada... ¡que ya pagan las comunidades autónomas!

Y también con un cambio de actitud de la sociedad para que, una vez que la mujer culmina la crianza de sus hijos, se le permita regresar al ámbito laboral. A esto podrían ayudar los informes de algunos cazatalentos norteamericanos, para quienes, el trabajador más productivo es la madre. En pocas palabras, el actual sistema económico no margina a la mujer, sino a la madre.