Conocí a Luis Eduardo Aute cuando ya era un consagrado. Incluso le entrevisté para el diario Ya. No era un santo varón, incluso había sido lo que nuestras madres habrían llamado un poco golfo. Pero el autor de ‘Al alba’, tenía algo que le distinguía de todo el mariachi de cantautores de los años ochenta: era el único no sectario.

Era un rogelio, claro, pero no era un progre. Estaba dispuesto a escuchar al diferente, sobre todo, a aquel al que nunca permite hablar el progresismo: al cristianismo.

Aute escribió versos que no dudo en apuntar entre la poesía más sería del último medio siglo:

Los hijos que no tuvimos

se esconden en las cloacas,

comen las últimas flores,

parece que adivinaran

que el día que se avecina

viene con hambre atrasada.

Se interpretó como una canción protesta contra los últimos fusilamientos de Franco. Así se ha hartado de repetirlo RTVE.

¿Seguro?