Mientras en la Universidad Menéndez Pelayo de Santander, el presidente del BBVA, Carlos Torres, aseguraba ante Nadia Calviño que el Gobierno Sánchez no se inmiscuye en el BBVA, justo lo contrario que comentaban en privado a sus directivos hasta anteayer, en Barcelona, José Ignacio Goirigolzarri y Gonzalo Gortázar, y bramaban contra Nadia Calviño quien, tras acusarles de cobrar mucho y despedir más, asegura ahora que, en ningún caso, pretende que el Estado o sea, el Gobierno, o sea, ella misma- salga del accionariado de Caixabank, donde posee un 16% del capital.

Goirigolzarri y Gortázar interpretan como una bofetada las palabras de Calviño: que el Estado se quede en su capital. Eso no era lo previsto

Y bramaban por la hipocresía de Moncloa: el Gobierno ha forzado la fusión Caixabank-Bankia por dos razones: para intentar rentabilizar Bankia y para forzar despidos masivos que permitieran reducir los costes bancarios y que el sector no diera sustos. Y Goiri y Gortázar también braman porque a nadie le gusta tener dentro al Gobierno y que encima el vicepresidente segunda presuma de ello. Además, el pacto era que, en cuanto fuera posible, el Estado iniciaría su marcha gradual, aminorando la imagen de pérdidas en la operación Bankia, un dinero público que jamás se recuperará.  Por lo demás, la operación Indra, o expulsión de Abril-Martorell, hasta ahora fallido pero no finalizado, demuestra que la batalla no ha terminado, ha sido una lección, para todos, de lo que es capaz Pedro Sánchez a la hora de controlar empresas del Ibex y de lo que es capaz el poderoso, todavía, Iván Redondo con su proyecto ‘Smart People’.  

En Caixabank temen una operación de Moncloa similar a la de Indra, aprovechando que el Gobierno está dentro, igualito que en Indra.

En definitiva, en Caixabank han saltado las alarmas al confirmar, por la palabras de Calviño en Santander, que Moncloa pretende monitorizar Caixabank, el primer banco de España aunque no el primer banco español. Además, y esto resulta igualmente grave, hay otro que pretende el asalto, directo o compartido, al primer banco del país: la Generalitat del señorito Pere Aragonés.

Por partes, que dijo Jack el Destripador y volvamos al origen: Goirigolzarri y Gortázar interpretan como una bofetada las palabras de Calviño: que el Estado se quede en su capital. Eso no era lo previsto, Lionel.

Estamos ante dos aliados, sanchismo y separatismo catalán. A ambos les gusta muchísimo que sea una fundación -Fundación Caixa- el primer accionista del primer banco del país: ofrece muchas posibilidades para entrometerse. E insisto: acuérdense de Indra.

Lo que faltaba: la vicepresidenta económica del país de la banca doméstica, España, se apunta a la banca de inversión. Por cierto doña Nadia, la banca de inversión es la banca de los sueldazos

Además, en este marzo resulta especialmente irritante (vulgo, cabreante) que nada menos que la vicepresidenta económica del país de la banca doméstica, España, se apunte a la banca de inversión. Cuando Calviño habla ante los periodistas de APIE de mantener el crédito se olvida de que la losa de la banca, en la era de los tipos cero, son los depósitos, el pasivo, no el activo.

Y por cierto doña Nadia, la banca de inversión es la banca de los sueldazos.

En definitiva, en Diagonal 625, Barcelona, se han encendido las alarmas. Y con un Pedro Sánchez al que lo único que importa es permanecer en el sillón de mando y con una Generalitat empeñada en “recuperar lo nuestro”, por ejemplo, Caixa… en efecto, el discurso de Calviño resulta extraordinariamente preocupante. Ya sólo falta, por decir algo, que Madrid decidiera venderle a Barcelona una participación en Caixabank o, mejor aún que la Generalitat decidiera asaltar la Fundación Caixa… en nombre de la sociedad catalana, naturalmente y dentro de los pactos de la concordia con Madrid, ¡oh sí!