En pocas horas, mañana del miércoles 27, los nuevos ministros de Sanidad, Carolina Darias, y Política Territorial y Función Pública, Miquel Iceta, jurarán su cargo ante el Rey Felipe VI.

Carolina Darias es la ministra ‘desaparecida’ desde que tomó el cargo. Para ser exactos, ¿en qué ha empleado su tiempo la canaria Darias? En firmar la cesión de más competencias a la Comunidad autónoma Vasca, principalmente. Su principal intento es pasar desapercibida. Curioso ha resultado que en sus ruedas de prensa con otros ministros, principalmente con Illa, los periodistas apenas le dirigían preguntas. A lo mejor consigue batir el récord del ministro saliente: hablar mucho y no decir nada, dialogar siempre y jamás ceder. ¿Política? La propia de un Gobierno onegero: subvenciones financiadas por un endeudamiento creciente.

Ni Darias ni Iceta le llevarán la contraria a Sánchez. Ella para no mojarse, él porque es un convencido de que todo es poco más que algo menos, incluida la unidad de España

Y llega Miquel Iceta al Ministerio de las autonomías y de los funcionarios. Se trata de un departamento creado… precisamente para que las autonomías no se desmanden, en otras palabras para mantener la unidad de España. No sé yo si un partidario de la España plurinacional, para el que la nación española sigue siendo “el Estado”, en definitiva, un nacionalista, es el más apropiado, precisamente para ese Ministerio.

Porque, además de nacionalista, Iceta es un político frívolo, para el que el espíritu de las leyes es una quimera y la letra de la ley se presta a multitud de interpretaciones. Para don Miquel, todo es poco más que algo menos.

Si lo piensan despacio, son dos prototipos de lo que más le agrada a Pedro Sánchez: ni Darias ni Iceta le llevarán jamás la contraria mientras les mantenga en el cargo: ella para no comprometerse, él porque todo -incluida la unidad de España- puede ser verdad o mentira: todo depende del color del cristal con que se mira.  

Son dos biotipos de ministros perfectos para don Pedro. Otra cosa es que sean igualmente perfectos para los españoles. Y ambos tienen una ventaja: superar a sus antecesores en el cargo no es difícil.