Tarde-noche del sábado. Pedro Sánchez hace lo que hasta hace tres días se negaba a hacer: endurece el estado de alarma, es decir, el arresto domiciliario al que está sometiendo a los españoles y paraliza aún más el país.   

Y es que Pedro Sánchez tiene miedo al coronavirus y aún más miedo, verdadero pánico, a perder el poder, así que aplica la receta de todos los cobardes: si el confinamiento contra el virus no mata al virus la solución es… ¡más confinamiento!

La receta de Sánchez ante su fracaso con el confinamiento es: no quieres caldo, toma dos tazas

Pero lo grave no son las barbaridades de Pedro Sánchez, lo grave es que el país las acepta. El miedo al coronavirus ha convertido a los españoles en un pueblo dominado por la histeria. Dominado, en suma, por el miedo a la muerte y también dominado por aprendices de sátrapas, del pelaje de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.

Es triste contemplar a una España neurasténica bajo una batuta aún más temblorosa pero incapaz de dejar el cargo para dar paso a otro más íntegro.

Mientras, entre los comunistas de Podemos vuelve la mística revolucionaria: “el Gobierno salva vidas”

Y cuidado, porque, entre los comunistas de Podemos vuelve la mística revolucionaria: “el Gobierno salva vidas”. El insigne Pablo Echenique entre en éxtasis y proclama que el Gobierno está destrozando el país… para salvar al país. O así, que dijo un vasco.

Y de postre, el PP aplaude. Otro que cuya virtud más egregia no es el coraje.