Angela Merkel ha ordenado paralizar –tampoco nos hagamos ilusiones: temporalmente– la venta de armas alemana a Arabia Saudí, donde el venenoso príncipe Salman ha mandado sus condolencias a la familia del crítico Khashoggi, torturado, descuartizado y asesinado en Turquía… por Ben Salman. Y en una legación diplomática saudí en Turquía.

Con todo, la canciller alemana ha ridiculizando –y van…– al presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez. Recuerden: no hace ni un mes que Margarita Robles, ministra de Defensa, suspendió la venta de armas a Arabia por el conflicto del Yemen que, en efecto, es una barbaridad más grande por parte de Riad que la perpetrada con Khashoggi. Pues bien, el Gobierno español, asustado por Riad con la ruptura de contratos, y, por tanto, con la pérdida de votos, se echó atrás y ha seguido vendiendo armas al gobierno fanático de Riad.

Y todo esto demuestra que Margarita Robles tenía razón… pero solo dejó de ser cobarde por ignorancia y durante un par de días

Recuerden lo de las bombas buenas que no mataban a gente, según Moncloa, o lo aquello de que no eran bombas sino láseres, asimismo inteligentes y buenísimas de la ministra portavoz, Isabel Celaá. Menudo ridi.

¿Para cuándo un gobierno valiente en España?

Al menos, la canciller Merkel, en lugar de echarle la culpa a la oposición alemana, ha decidido suspender la venta de armas a un régimen tan peligroso como el que ya lidera el príncipe Ben Salman, un asesino especialmente peligroso porque cuenta con el aplauso de la prensa occidental. Se trata de un wahabita miserable tan progresista que incluso ha permitido conducir a las mujeres árabes, Y eso, claro, le justifica cualquier matanza: es un feminista.

En cualquier caso, Merkel ha ridiculizado a Sánchez y a toda España, que vuelva a aparecer con un país cobarde por mor de un príncipe cobarde.

Además, el gesto de la canciller alemana sirve para poner sobre el tapete internacional el turbio negocio de la venta de armas. Algo es algo.