El presidente francés, Emmanuel ‘Lolito’ Macron, se ha deshecho este martes en elogios hacia el jefe del Estado italiano, Sergio Mattarella, por su decisión de encargar la formación de gobierno a Carlo Cottarelli, un técnico y burócrata del FMI, en lugar de atenerse al resultado de las elecciones que dieron como vencedores a los populistas del Movimiento 5 Estrellas y a La Liga Norte. Antes, el nombramiento de tecnócratas provocaba protestas, ahora despierta admiración.

Por ejemplo, en Macron, que ha calificado la decisión de Mattarella de “valentía” y “responsabilidad”. “Reitero mi amistad y mi apoyo al presidente Mattarella que tiene una tarea esencial que llevar a cabo, la de garantizar la estabilidad institucional y democrática de su país”. ¿Comprenden? Los millones de italianos que dieron su voto a Luigi Di Maio (M5E) y a Matteo Salvini (Liga Norte) no son democráticos. Se han equivocado y hay que corregirlos. ¡Gracias, Mattarella!

Pero no todos están con el presidente de la República italiana. Por ejemplo, Steve Bannon, ex consejero de Donald Trump, ha hablado de “una traición”. “¿Qué hay más fascista que apartar a quiénes han sido votados por el pueblo?”, preguntó el lunes. En la misma línea, Marine Le Pen, líder del Frente Nacional francés, ha afirmado este martes que estamos ante un “golpe de Estado” en Italia.

Por supuesto, Bruselas aplaude con entusiasmo el veto al nombramiento del euroescéptico Paolo Savona como ministro de Economía y origen de toda esta crisis. En definitiva, es legítimo ningunear los resultados de unas elecciones democráticas si se trata de garantizar la estabilidad del Euro y de la Unión Europea.

Luego están los mercados -el dinero-, que no buscan otra cosa que la estabilidad, esto es, la paz de los cementerios. Todos los analistas alaban la firmeza del presidente italiano aunque alertan de la incertidumbre que aún persiste. Si fuera por los mercados…