España es ya la principal puerta de entrada a la migración irregular desde el Mediterráneo. Y las autoridades comunitarias comienzan a mirar de reojo hacia el punto de partida de esos flujos: Marruecos. Varios informes internos de la UE alertan de que este país ha relajado el control de las salidas desde su territorio. El descontento con el apoyo financiero y logístico europeo explica en gran medida la actitud marroquí. Bruselas trata de acelerar la respuesta y en las últimas semanas ha aprobado un programa de 55 millones de euros para gestión fronteriza en el Magreb, así como más medios destinados a España, informó El País.

Marruecos es el socio europeo de mayor tradición en cooperación migratoria. Después de Libia, es el Estado sureño al que la UE ofrece mayor dedicación. Conscientes de la importancia estratégica de ese vínculo, ni España ni ninguna de las instituciones comunitarias contactadas para esta información admiten fisuras en esos tratos. Todos insisten en que la cooperación con Rabat es excepcional, especialmente en el ámbito antiterrorista. Pero los datos internos de Frontex, la agencia europea de fronteras, alertan de algunas disfunciones en la supervisión de los flujos migratorios, según ha podido comprobar este medio.

Fuentes de Moncloa admiten que Rabat espera desde hace dos años más respaldo económico del presupuesto comunitario

Europa ha centrado en Turquía y en Libia los principales esfuerzos de contención migratoria en los últimos años. Con la crisis de llegadas a Grecia —principalmente de refugiados— en 2015, la UE improvisó un instrumento financiero de 3.000 millones de euros para financiar la atención a los asilados en la vecina Turquía. En Libia, los desembolsos son menos claros, pero crecieron cuando el pico de llegadas se trasladó a Italia y superan los 200 millones de euros solo en el fondo fiduciario para África. Marruecos, en cambio, que ejerce un control más sostenido y coordinado con España, se siente desatendido.

Fuentes de Moncloa admiten que Rabat espera desde hace dos años más respaldo económico del presupuesto comunitario, alrededor de 30 millones de euros. Otras fuentes elevan la cifra a casi 190 millones. Las autoridades marroquíes han enviado hace poco un listado de peticiones a Bruselas a través de España. “Aún están esperando respuesta”, sostienen en Moncloa.

El problema, argumenta Marruecos, no es con España, con la que nada ha variado, pese al cambio de Gobierno... pero llegan más

Los contactos políticos e institucionales entre España y Marruecos se han multiplicado en los últimos días a todos los niveles tras la irrupción de la última crisis migratoria. Y en la mayoría de esas conversaciones las autoridades marroquíes han trasladado a las españolas una queja fundamental para explicar el sentido de este creciente conflicto: Marruecos no entiende la posición actual de Europa, no comprende cómo tarda tanto tiempo en pagar los programas y ayudas prometidas en el pasado y no comparte que se prime en las relaciones con los países vecinos a Turquía, con proyectos que podrían superar los 3.000 millones de euros, cuando a ellos les cuesta ingresar partidas que no superan los 30 millones. Esa diferencia de trato no ayuda, añade El País.

El problema, argumentan, no es con España, con la que nada ha variado pese al cambio de Gobierno. Tampoco se ha reprochado ningún efecto llamada por el Aquarius o por reintroducir la sanidad gratuita y universal.

Pedro Sánchez ha escrito en los últimos días al presidente de la CE Jean Claude Juncker para solicitar medios y desbloquear recursos relacionados con el incremento de los flujos de migrantes procedentes de las costas de Marruecos. Juncker respondió con otra carta en la que manifiesta que comparte "la sensación de urgencia" aunque recuerda que esos fondos "son, desgraciadamente, limitados". Pese a todo, Bruselas admite que el deterioro del control de la frontera con Marruecos "exige un esfuerzo financiero muy superior", y se compromete a desbloquear algunos recursos de inmediato, ha añadido El País. O sea, que Europa le está tomando el pelo a Sánchez.