Mapfre ha comprado el 10% de Abante Asesores, una de las firmas de independientes de gestión de activos (sobre todo, fondos de inversión). Sin embargo, la operación no ha hecho sino agudizar la crisis de identidad de Mapfre.

Los resultados del primer trimestre mantuvieron la tónica habitual durante los últimos dos años. Hispanoamérica dio algún que otro susto y, aunque el resultado osciló a la baja, las primas aumentaron. Las cuentas no fueron malas, en una empresa acostumbrada a una generación de recursos recurrente.

El problema es qué quiere ser Mapfre cuando sea mayor. Por ejemplo, el presidente Antonio Huertas es el primer convencido de que hay que reducir actividades poco rentables y aventuras internacionales. Por ejemplo, en Estados Unidos y China, pero también hay que buscar alternativas. Mapfre Asistencia, que no es mucho, pero no proporciona lo que debería proporcionar. Y la de los planes de pensiones no ha estado mal, con cerca de 5.000 millones de euros, pero se apostó por una actividad que no depende los gestores, ni tan siquiera de la evolución económica del país, sino de la política fiscal del Gobierno. Y esta no llegó.

En la aseguradora, no todos entienden el acuerdo con el intermediario: ¿Sólo un 10-20%?

En seguros sanitarios ha entrado –se ha reanudado- por la puerta de atrás, mientras su competidor, Mutua, se hacía con Adeslas, con la mayoría.

Quizás esta palabra –mayoría- sea la clave en Mapfre a día de hoy y entonces es cuando llega la compra de esta misma semana: Mapfre adquiere un 10% de Abante Asesores y, en tres años, podrá llegar al 20%. No parece mucho para la primera multinacional española del seguro.

Y a alguno le ha molestado la actitud del 'comprado', Santiago Satrústegui

Para colmo de males, y enfado de alguno en Mapfre, el número uno del líder de Abante, Santiago Satrústegui, una de las mejores escopetas de España, asegura, ahí es nada, que Abante mantendrá su “independencia” y su “identidad”. No era el momento para decirlo ni era necesario afirmarlo: Mapfre sólo contará con un 10%.

Es más, la maldad satrustegina ha caído mal en algún alto directivo de Mapfre. Y lo que es peor: habrá que saber si la identidad independiente es compatible con la especialización de Mapfre en un terreno que aún conoce poco.

La tarea más urgente de Antonio Huertas consiste ahora en definir la estrategia de Mapfre, mucho más que la gestión diaria. De ello depende que el mercado vuelva a reconocer lo que Mapfre vale.