• El pequeño país europeo se encuentra con el mismo problema que Grecia y pide ayuda a sus tropas para frenar la oleada de refugiados que se apelotona en sus fronteras.
  • Los agentes antidisturbios y el Ejército contienen a los inmigrantes, que quedan en tierra de nadie a la espera de que los dejen cruzar el país.
  • Los voluntarios de las ONGs son los únicos que acuden en su auxilio, proporcionándoles alimentos y asistencia médica básica.
El drama de la inmigración desborda a Macedonia. El pequeño país, con apenas dos millones de habitantes, ha tenido que declarar este jueves el estado de emergencia para hacer frente a la vorágine de gente apelotonada en sus fronteras. Desde ayer, las tropas del Ejército colaboran con las autoridades para paliar la presión migratoria en los límites norte y sur, colindantes con Serbia y Grecia respectivamente. Las cifras asustan: más de 40.000 indocumentados han llegado al país sólo en los últimos dos meses. Eso sí, solo son un grano en la arena entre los más de 300.000 que han llegado a Europa desde enero. Esta oleada de gente sin papeles, conviene siempre recordarlo, procede de países desolados por la guerra, la violencia o la miseria. El portavoz del Ministerio de Interior, Ivo Kotevski, ha asegurado que el Gobierno precisa de la ayuda del Ejército para incrementar la seguridad de los ciudadanos macedonios, y también de la de los recién llegados. "Queremos garantizar el tratamiento integral y humano de los migrantes que transitan el país", ha confirmado Kotevski. Esta declaración de buenas intenciones contrasta, en cambio, con la praxis de las autoridades en la región. El decreto de emergencia se ha traducido en un cierre efectivo de las fronteras, y la Policía macedonia está empleando gases lacrimógenos para dispersar a los miles de inmigrantes que intentan atravesar el país para seguir su ruta por Europa. Como consecuencia, miles de personas están postradas en tierra de nadie, sin acceso a los servicios básicos, esperando en los puestos fronterizos a que los dejen cruzar. Los voluntarios de las ONGs son los únicos que están proporcionando comida y asistencia médica básica a estos inmigrantes y refugiados. Una cooperante de la Cruz Roja en el terreno ha esgrimido que desde Macedonia no saben gestionar esta clase de problemas, y ha pedido el auxilio de países más grandes. De momento, y tal y como viene ocurriendo hasta ahora, cada uno barre para casa, a pesar de que esté quedando patente que este drama humanitario solo podrá solucionarse entre todos los países europeos, o con parches coyunturales. Daniel Esparza daniel@hispanidad.com