No es coña: aumentan las despedidas veganas a los animalitos en los mataderos donde van a ser sacrificados. Se intenta, en un alarde de loable misericordia, que los pobres bichos no se lleven una mala impresión de los humanos cuando lleguen a Animalandia, que supongo que será el cielo de los irracionales. Y es que en la decadente raza humana aumentan los carnívoros del chuletón, aquellos que se divierten asesinando a vacas, corderos, cerdos, gallinas y otros semovientes.

Recuerden aquella filosófica película llamada Notting Hill, donde el protagonista tiene una cita con una frutariana -definidos como aquellos que sólo comen frutas y verduras caídas de los árboles o de las matas, jamás arrancadas-, que observa pesarosa el plato de legumbres que le han servido en el restaurante:

-Entonces, estas zanahorias

-Sí -responde la aludida frutícola-: han sido asesinadas.

No es que el mundo se haya vuelto loco, es que los locos pueblan el mundo

Pues eso, despidamos a los animalitos. A fin de cuentas, en el siglo XXI, el único animal sobre el que existe licencia para matar es el hombre. Esos animalistas y veganos, que tanto sufren por los irracionales, suelen resultar entusiastas abortistas, integrados en esa marea global en la que no soporta crueldad alguna con ninguna especie animal. Salvo con el hombre, especie suprimible, como las ratas y las plagas de langostas.

En el entretanto, la Biblia nos habla de que el hombre recibió un mandato: henchid la tierra y sometedla, un panorama mucho más sensato y gratificante. Animalistas, veganos y otros desesperados sólo tienen un propósito, muy parecido al del Nuevo Orden Mundial (NOM), en connivencia con él: extirpar a la raza humana de la faz de la tierra.

Loco no es el que ha perdido la razón, es aquel al que sólo le queda la razón

Entendámonos. No es que el mundo se haya vuelto loco: es que los locos pueblan el mundo. Pero, sobre todo, loco no es el que ha perdido la razón: es aquel al que sólo le queda la razón… dijo el maestro Chesterton.

Y, sobre todo, recuerden que vegetarianos y veganos siempre tienen la expresión triste. Los devoradores de carne, los ‘beef eaters’, por el contrario, son gente jacarandosa y mucho más divertida. Comen animales muertos sí, pero sólo porque, bien asados, están mucho más sabrosos. Además, los matan ellos.