Para entendernos: Nancy Pelosi, portavoz del Partido Demócrata y punta de lanza anti-Trump, se aferra a una destitución del hombre al que no han logrado batir en las urnas.

El Ucrania Gate parece un nuevo Watergate, es decir, una fruslería que acaba con un presidente y una nueva forma de puritanismo anglosajón. No vamos a entrar en filosofía pero me interesa la definición de puritanismo como aquello que se preocupa más de la foma que del fondo, de la legalidad antes que de la moral.

El Watergate era el robo de la estrategia electoral de un competidor por parte del Partido Republicano. No entraba en si dicha estrategia si era buena o mala, si convenía al bien común del pueblo norteamericano o no.

Por las mismas, el Ucrania-gate trata de descubrir si Donald Trump utilizó su influencia sobre el Gobierno de Kiev para que investigara corrupciones del hijo de un posible competidor, Joe Biden, aunque la cuestión de fondo es, precisamente, si el hijo de Joe Biden es un poco chorizo.

El Veneno Pelosi-Biden: católicos progres

En cualquier caso, el puritanismo eleva la anécdota a categoría y con eso consigue cosa tan curiosa como que los católicos progres de la política norteamericana, los abortistas Nancy Pelosi y Joe Biden, están utilizando su traición a los principios cristianos para medrar en política.

Su traición y su estupidez, porque ya saben los tres niveles de necedad:

  1. No hay nada más tonto que un obrero de derechas.
  2. Sí, todavía es más tonto un varón feminista.
  3. Y lo más tonto de todos, tonto macizo, es una católico progre.

Como Joe Biden y Nancy Pelosi.