Los taxistas de Madrid han convertido la capital en epicentro nacional contra los vehículos de transporte concertado (VTC), Uber y Cabify, un conflicto, paradójicamente, que pone en evidencia el sectarismo con el que se gobiernan los problemas, dependiendo de las distintas administraciones. España es así.

El balance, hasta ahora, es claro: mientras los taxistas mantienen la huelga indefinida, Gobierno, Comunidad de Madrid o el Ayuntamiento de la capital se reparten los aullidos para quitarse el muerto de encima y culpar al contrario.

La cosa va de partidos que gobiernan (PSOE, PP o Podemos), y así lo han entendido también los directamente afectados, taxistas o VTC, que ha seleccionado dónde llevar sus reclamaciones: los primeros a la calle Génova (sede del PP), tras reunirse en la sede de UGT, mientras otros colegas, coreaban gritos de “mercenarios” contra el sindicato socialista. Los VTC, por su parte, acompañados ayer por UGT, han optado este martes por la sede de Podemos y la del PSOE.

Eso sí, en el entretanto la patata caliente sigue en el tejado de uno u otro, la del ministro de Fomento, José Luis Ábalos, que pide ahora que se rebaje la tensión, o la del presidente madrileño, Ángel Garrido, que habla de politización. El origen está en el real decreto que ha firmado el primero, pero dando competencias al segundo -es decir, a las autonomías- para tomar cartas en el asunto.

Cataluña ya tiene su decreto ley, contestado desde los VTC, que ven en esa norma el fin del negocio

Y en el entretanto, el conflicto sigue sin solución, en Madrid, mientras en Cataluña, el Gobierno de Torra ha aprobado su decreto ley, que han contestado con manifestaciones los VTC, que ven en esa norma el fin del negocio.

En los puntos polémicos, está la prohibición a los CVC de indicar dónde están sus vehículos antes de que el cliente les contrate o que no puedan circular por las calles, a menos que se haya precontratado el servicio con 15 minutos de antelación.

A juicio de la Generalitat, se trata de un baremo proporcional entre dos negocios, el taxi y los VTC, obligados a convivir y competir.

La huelga indefinida sigue en Madrid, a la espera de un acuerdo con Ángel Garrido

En Madrid, mientras, el conflicto sigue ardiendo, a falta de sentido común entre el taxi o el VTC. Antes, el taxista era autónomo, ahora es proletario, mientras Uber nació ya proletario. El sentido común apunta a una vuelta a "un taxista, una licencia", en cuyo caso no harían falta úberes y cabifys.

Podemos, en medio, no quiere perder cuota, Por eso ha mediado hoy en el debate denunciando que los trabajadores precarios están en uno y otro lado, Ione Belarra dixit, y reclamar alianzas con un frente común en “las multinacionales, que se llevar el dinero de todos, de los servicios públicos, sin condiciones dignas de trabajo”.

Arregla poco la arenga, mientras los VTC denuncian que están cansados de salir con miedo -en esos términos lo han expresado ante sede del partido de Belarra-, y los taxistas llevaban sus reclamaciones ante la sede del PP, para exigir una regulación de la VTC hasta la sede del PP en la calle Génova.