La euforia casi parecía borrachera en la calle Ferraz cuando Pedro Sánchez salió al balcón artificial para felicitarse por su victoria electoral. La vicepresidenta Carmen Calvo, armada con una camiseta donde se nos informaba de su feminismo –una noticia inesperada-, se apoyaba en el hombro del ministro José Luis Ábalos, porque ya no cabía en sí de feminista alegría.

Sólo les ha faltado lo de "Arderéis como en el 36"

El grito más repetido por la multitud de simpatizantes fue el de los viejos milicianos: “No pasarán”, un grito guerracivilista, como corresponde al progresista Pedro Sánchez. Sólo les faltó el “Arderéis como en el 36”, porque, a fin de cuentas, el primer enemigo del sanchismo no es la derecha, sino el cristianismo. La nota distintiva de Sánchez es su ateísmo militante y, sobre todo, su cristofobia.

Tras reivindicar el diálogo y que será presidente para todos los españoles, el grito de sus seguidores fue: “No es no”

Con Pedro Sánchez legitimado por las urnas superamos el frentepopulismo para adentrarnos de lleno en el guerracivilismo.

Y el segundo grito a destacar es el “no es no”, y no deja de sorprendernos que la multitud, que enseguida adquiere vida propia, responda así a las palabras de su líder, justo cuando éste clamaba por el diálogo y por ser el presidente del “todos los españoles y las españolas”. De todos y todas los de su cuerda, se entiende. Para los demás, el dialogante “no es no”.

De la mano de Pedro Sánchez, nos adentramos en un periodo de guerracivilismo latente y de cristofobia sin precedentes en la etapa democrática.