Los controladores y pilotos tienen cíclicamente la sartén por el mango, como ocurrirá este miércoles y jueves, 25 y 26, en Vueling o puede pasar, este verano, en el Centro de Control de Barcelona, donde los sindicatos ya han agitado ese fantasma, que afectaría al aeropuerto de El Prat, el segundo español después de Madrid.

Pasa también en el país vecino, en Air France, cuyos paros, esta vez, coinciden en el tiempo con los de los ferrocarriles SNCF, provocando serías perturbaciones en Francia.

En todos los casos, la reclamación es la misma: más salarios tras una época de vacas flacas por la crisis. En Air France, la huelga la secundan el 28,1% para los pilotos, el 20% de la para la tripulación de cabina comercial y el 13% del personal de tierra. 

El presidente de Air France-KLM, Jean-Marc Janaillac, sospesa incluso la dimisión tras presentar un referéndum entre los trabajadores a nueva propuesta de acuerdo. Está convencido de que los empleados van por un lado y los sindicatos por otro, tras pedir un aumento salarial del 5,1%, frente al 2%, y un 5% en tres años, que propone la empresa.

“Si el resultado de la consulta es negativo, no veo cómo podría mantenerme al frente de Air France”, ha dicho Janaillac. Ha recurrido a la misma fórmula que utilizó en 1994 su anterior en el cargo, Christian Blanc para llevar adelante la reestructuración del grupo.

También piden más sueldo los pilotos de Vueling, la filial de IAG, que sean equiparables a los de otras aerolíneas low cost, y no, como dicen, entre un 35% y un 60% por debajo en conceptos fijos. De ahí la convocatoria del Sepla.

Un problema, teóricamente, que salió a colación en la última crisis de Ryanair y la creciente competencia entre pilotos con la recuperación de la economía y el aumento de vuelos.

Respecto a la amenaza de los controladores de Barcelona, el anuncio del sindicatos mayoritarios Usca no tiene otro motivo que presionar y precisamente con las vacaciones veraniegas de por medio, como en los meses de julio y agosto de 2017 por la huelga de los trabajadores de Eulen, la contrata de seguridad.

Precisamente por ello, el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, le ha urgido a sentarse a negociar con Enaire, el gestor estatal de la navegación aérea, “completamente dispuesta” para encontrar una solución. Obviamente, esa huelga no afectaría sólo a Barcelona porque presta servicio al espacio aéreo de toda la zona este.

Los controladores quieren que se concrete la reducción de la carga de trabajo. O lo que es lo mismo: piden más personal porque media de edad de la plantilla se acerca a los 50 años y cada ejercicio se jubilan unos 50 profesionales sin relevo.

Enaire, sin embargo, desmiente que la plantilla sea deficitaria y asegura que en agosto los aeropuertos catalanes (Barcelona, Gerona y Reus) contarán con 450 controladores, 58 más que en esa fecha de 2017.