Los países hispanos y los países mediterráneos (España pertenece a ambos) son más alegres y más vitales, no porque tengan más luz, sino porque son católicos.

¿Y por qué el católico es más alegre que cualquier país no cristiano o, incluso, que los países cristiano-protestantes? Podría decirse que porque hay más luz. Porque los católicos disponemos del sacramento de la penitencia.

Eso sí, cada día se confiesa menos gente y se encuentran menos confesores

El catolicismo es el credo del Dios misericordioso, del Dios que perdona.

Hay dos tipos de hombres: los que se saben pecadores y los que no. De estos últimos prefiero no hablar: son ciudadanos de un inframundo del que resulta complejo evadirse.

Francisco: “A Dios lo que más le gusta es perdonar”

Los primeros, los que se saben pecadores, buscan desesperadamente quien les perdone para volver a soportarse a sí mismos. El sentimiento de culpa no es algo a evitar, porque es inevitable, sino algo a superar mediante el arrepentimiento. En definitiva, los católicos son más alegres que los demás porque tienen acceso al perdón y pueden, por tanto, volver a empezar.

Cada virtud conlleva su caricatura: los hispanos podemos convertir la alegría en frivolidad, mala cosa

Además, como dice el Papa Francisco, a Dios lo que más le gusta es perdonar. Y también dice el Papa que el sacramento de la penitencia no es una lavandería: para salir alegre de la confesión, pues ha de tener lugar una conversión. Entre otras cosas, porque más que lo que hemos hecho, lo que importa es a quién se lo hemos hecho. No es un acto de reparación, es un acto de amor