Hablábamos ayer de un posible adelanto electoral en el País Vasco y aquí lo tienen. Urkullu quiere que sus conciudadanos acudan a las urnas el próximo 5 de abril en lugar de en otoño, que es la fecha prevista.

El PNV utiliza la misma estrategia catalana, esto es, un gobierno para la independencia, con el apoyo de Bildu. En otras palabras, vuelve a chantajear a España y exige el reconocimiento de nación euskaldún y su representación en Bruselas, controlar el BBVA y asumir competencias en Seguridad Social y prisiones. Oficialmente, la reunión entre el Gobierno Vasco y el Central de la pasada semana supuso un gran avance en la negociación, extremo que el adelanto electoral pone en entredicho. Si las negociaciones marchan tan bien, ¿por qué adelantar los comicios?

Por supuesto, en su comparecencia de este lunes ante la prensa, el lehendakari ha esgrimido otras razones, algunas muy contundentes. Por ejemplo, “el clima electoral” que se ha instalado en el País Vasco, el hecho de que el adelanto se hace “en beneficio de la sociedad vasca”, alinear las instituciones vascas al nuevo mapa político de España, o el hecho de aprobar los Presupuestos de 2021 en tiempo y forma.

Y a última hora se ha sumado el gallego Núñez Feijóo (PP) a la moda: también convoca elecciones el mismo 5 de abril, es decir, también las adelanta. Si logra ratificar su actual mayoría absoluta (no olvidemos que conseguida por la mínima) seguirá dando consejos sobre moderación y centro reformismo al líder de la formación, Pablo Casado. Como se da la circunstancia de que este está hasta el gorro de sus consejos, si perdiera la mayoría absoluta, aunque fuera por un solo diputado, Feijóo seguirá el luminoso sendero hacia la nada del líder vasco del PP -por el momento- Alfonso Alonso. Pero, asómbrense, todo indica que Alonso repetirá como candidato del PP en Euskadi.

Y a todo esto, tanto Galicia como Euskadi siguen los pasos de Cataluña, donde el muy original Quim Torra también convocó elecciones solo que sin fecha fija.