Primera rueda de prensa de Christine Lagarde como presidenta del Banco Central Europeo. Sobre la mesa, la “revisión estratégica” de la política monetaria del BCE, anunciada en noviembre durante el primer discurso de su mandato. Pues bien, la revisión comenzará en enero, finalizará antes de que termine 2020 y será “amplia”.

La nueva banquera central de la zona euro ha venido a salvar a la banca y por eso quiere subir los tipos de interés que Mario Draghi dejó en negativo. No es una tarea sencilla ni se puede hacer de golpe y porrazo, toda vez que la medida -subir los tipos- afecta directamente al coste de la deuda pública de los Estados. En cualquier caso, subir los tipos parece casi una necesidad, no ya para la banca, sino para lograr el objetivo de inflación cercano al 2% que ya marcó su antecesor en el cargo y que no logró cumplir.

Las últimas previsiones del BCE están todavía lejos: 2019 terminará con un IPC del 1,2% mientras que en 2020 será del 1,1% y en 2021 alcance el 1,4%, porcentaje que podría aumentar hasta el 1,6% en 2022. En cuanto al PIB, el BCE prevé que crezca hasta el 1,2% en 2019, retroceda hasta el 1,1% en 2020 para situarse en el 1,4% en 2021 y 2022. No es, en ningún caso, como para tirar cohetes.

La nueva banquera central de la zona euro ha venido a salvar a la banca y por eso quiere subir los tipos de interés que Mario Draghi dejó en negativo

Lagarde, en cualquier caso, ha confirmado la continuidad de la política monetaria. “A la luz de las tenues perspectivas de inflación, el Consejo de Gobierno reiteró la necesidad de que la política monetaria siga siendo muy acomodaticia por un periodo prolongado de tiempo”, ha señalado. Pero se ha comprobado que emitir más deuda no es suficiente y, para impulsar el crecimiento económico, es necesario, ahora más que nunca, que los países bajen los impuestos.

“Los gobiernos con espacio fiscal deben estar listos para actuar de manera efectiva y oportuna”, ha afirmado. Ahora bien, que baje impuestos aquel que pueda: “En los países donde la deuda pública es alta, los gobiernos deben seguir políticas prudentes y cumplir objetivos de equilibrio estructural”, ha matizado. En otras palabras, que bajen impuestos aquellos sin déficit público y con una deuda pública controlada.

España, con un déficit que aumentó un 17% hasta junio y se situó en el 2,1% del PIB (el objetivo para 2019 está en el 2%) y con una deuda pública que en septiembre alcanzó los 1,2 billones de euros, el 97,7% del PIB, no está entre los afortunados que, según Lagarde, deben bajar los impuestos.