La Cumbre Europea celebrada el pasado jueves y viernes había despertado un gran interés porque tras las elecciones de mayo, arrancaba uno de los procesos más decisivos para el futuro de la UE que pasaba por la designación aquellos que van a llevar el timón de las instituciones

Pero según pasaban las horas las expectativas de acordar la lista de nombres potenciales para ocupar los puestos relevantes se desvanecían. Así que, tras seis horas largas de reunión, los líderes de Estado y de Gobierno aplazaron la decisión hasta el 30 de junio, dos días antes del primer Pleno de Estrasburgo que debe designar al presidente de la Eurocámara.

"El sistema se encuentra en una encrucijada “o se convierte en una mera guía indicativa para los líderes nacionales, o sigue evolucionando hasta convertirse en costumbre”, asegura Donald Tusk

Pero más allá de este primer fracaso especialmente visible, para aquellos que siguen el día a día de Bruselas y que están familiarizados con los entresijos parlamentarios, una de las conclusiones que se desprende del Consejo  de esta semana es que el sistema Spitzenkandidaten ha quedado seriamente tocado.

Fue en las elecciones del año 2014 cuando se introdujo el llamado Spitzenkandidat, o sistema de candidatos principales, por el que cada partido político propone a un cabeza de lista como su candidato a la presidencia y el candidato del partido que más votos obtenga deberá presidir la Comisión. Ese fue el sistema seguido para el nombramiento de Jean-Claude Juncker, quien se hizo con la presidencia después de superar las resistencias de varios estados miembros, particularmente del Reino Unido.

Aseguran los expertos que son muchos aquellos con poder de decisión que se han manifestado, aunque no abiertamente, contra el sistema de Spitzenkandidat, y entre ellos destaca Emmanuel Macron. Pero no es el único: algunos grupos políticos también se han mostrado contrarios a su aplicación. Detrás de esta postura parece estar la inquietud porque los miembros del Consejo pudiesen tratar de puentear al Parlamento, institución clave en la toma decisiones europeas. Sus detractores argumentan, además, que los cabezas de lista no son suficientemente conocidos y que, por lo tanto, el sistema no cumple con su principal objetivo que es acercar las elecciones a los ciudadanos. Por ejemplo, solo el 26% de los alemanes sabía quién era su compatriota Manfred Weber, candidato del PPE, según una última encuesta publicada por la Comisión Europea antes de las elecciones.

Sus detractores argumentan que los cabezas de lista europeos no son suficientemente conocidos y que, por lo tanto, el sistema no cumple con el objetivo de acercar las elecciones a los ciudadanos

Los que lo apoyan lo ven como un impulso a la democracia y un guiño a una ciudadanía europea que se siente desconectada: a través de su voto, los ciudadanos eligen tanto a los eurodiputados como al presidente de la Comisión Europea. “Si se quiere reforzar la democracia europea, entonces no se puede invertir el progreso democrático alcanzado con la creación de candidatos principales”, señaló el propio Juncker en su último discurso sobre el estado de la Unión.

Así que, y tal y como ha manifestado  Donal Tusk, presidente del Consejo Europeo,  el sistema se encuentra en una encrucijada “o se convierte en una mera guía indicativa para los líderes nacionales, o sigue evolucionando hasta convertirse en costumbre”