• Los precios se disparan en los barrios céntricos de Madrid y Barcelona, por ejemplo, por la especulación.
  • El stock de viviendas que todavía conservan los bancos, tras la crisis, frena que se generalice esa tendencia.
  • Hay medio millón de viviendas construidas disponibles para la venta y el mercado tardará al menos cinco años en absorberlas.
  • Eso sí, el efecto perverso se nota en los alquileres, mientras el freno en los salarios complica la compra.
La agencia de calificación Fitch se hace eco, en su último informe sobre la vivienda en España, publicado este martes, de una realidad para la que no hacen falta grandes explicaciones, la de una burbuja inmobiliaria en ciernes, aunque limita el efecto al centro de las grandes ciudades, como Madrid y Barcelona. Sorprende, en cualquier caso, cuando no han desaparecido los efectos de la última burbuja, que encajan como pueden todavía los bancos. Hemos informado bastante sobre esa burbuja bis, con fondos buitre en escena, a la caza de activos y sin otro objeto que un rápido beneficio, y de cómo esa especulación ha llegado también a la bolsa a través de la socimis. Lo que Fitch comienza a apreciar, sin embargo, se limita a centros urbanos de grandes ciudades, a juzgar por la subida de precios (entre el 15% y el 35%), debido a una fuerte demanda y oferta limitada, que corre en paralelo con realidades paradójicas en el resto, como el impacto en los alquileres. Son realidades paradójicas que nada tienen que ver con la recuperación económica, señala Fitch, mientras los bancos mantienen su política de descuentos (entre el 50% y 60%) para deshacerse de viviendas embargadas, cuando no optan por malvender carteras de activos (como Liberbank, este lunes, sin ir más lejos) para sanear su balances. Ficht constata que hay cerca de medio millón de viviendas construidas que siguen disponibles para la venta y el mercado tardará al menos cinco años en absorberlas. La brecha en los descuentos, no obstante, se ha reducido en de 35 a 25 puntos entre 2010 y 2016, según Fitch, que constata a su vez que el acceso a la vivienda está complicado porque las subidas de precios no tienen los ajustes salariales y se corresponden tampoco con los tipos de contratos (temporales en lugar de indefinidos). Rafael Esparza