• Más cambios: suben Rodrigo Echenique y José María Fuster, el hombre a quien eliminara Marín.
  • Echenique tendrá la representación institucional en España y el controlador del Grupo.
  • Y el único prejubilable que Botín acepte a su lado.
  • No quiere a nadie que no sepa inglés y se rodea de analistas británicos.
  • Ha simplificado la estructura de divisiones corporativas. Esto, falta hacía.
  • Y se lanza a la permanente y siempre inconclusa idea de banca digital.
  • Esto es un proceso de mejora continua. O, al menos, de cambio continuo.

Decíamos ayer que la presidenta del Santander, Ana Botín (en la imagen), quiere convertir al Santander en un banco británico. Y el proceso de britanización continúa. Por dos razones: porque doña Ana quiere acabar dirigiendo el Santander desde la City londinense, donde ha sido mejor acogida que en su propia tierra, y porque quiere un banco de estilo británico. Cada semana se aleja más de España. Al final, Rodrigo Echenique, su hombre de confianza, será la representación institucional del Santander en España.

Y así, dentro de ese proceso de britanización -por ejemplo, los británicos nunca han entendido ni el negocio doméstico de la banca ni, sobre todo, la propiedad doméstica de los bancos- se enmarca la nueva remodelación organizativa (y van…) de la señora Botín, con la que ha sorprendido este viernes, a cierre de mercado y con la que ha reducido las divisiones corporativas del banco de 15 a 11.

Bien hecho: sobraban. Además, suben los hombres que estuvieron con ella en Reino Unido. No sólo eso, a Ana Botín le gusta el sistema de análisis británico, muy distinto del español. Y, en pocas palabras, la presienta del Santander se siente responsable de un banco global, no de un banco español. De hecho, como estructura financiera y política, cada vez se siente menos comprometida con España. Es un proceso de mejora continua, o, al menos, de cambio continuo. Por cierto, no acepta a nadie que no sepa inglés.

Pero lo más importante está arriba. La remodelación lanza un mensaje muy claro: Ana Botín, además de con su Ceo, José Antonio Álvarez, cuenta con dos manos, derecha e izquierda. Son Rodrigo Echenique y José María Fuster. Echenique será el vigilante de la playa, controlador de todas las actividades del grupo y mano derecha de la presienta, con un cargo de nueva denominación, 'Cumplimiento', que no significa cumplo y miento, sino que poseerá poder omnímodo para felicitar y abroncar. Es mayor, y será el único veterano y prejubilable que Botín acepte a su lado.

Junto a él, José María Fuster, 'el chispas' de la informática. Alfredo Sáenz se lo encontró en Banesto, a donde había llegado en la etapa Mario Conde. Le encumbró hasta máximo responsable de Medios. Antipático, por eso lo fulminó Javier Marín, y eficacísimo, por eso lo resucita Ana Botín. Hará esa banca digital de la que tanto habla FG en el BBVA: eterna y permanente idea inconclusa que nadie sabe definir pero de la que todos hablan.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com