Sorprende la reacción de la bolsa española a los resultados semestrales de Repsol. No hay una sola línea de la cuenta que resalte por lo negativo. La deuda se reduce, la producción sube y refino y química, tras la inversión de los últimos años, parecen ya un negocio seguro. Repsol se forzó al beneficio con el petróleo a 40 dólares y ahora, por encima de los 70, no consigue rentabilizar la historia. Curioso.

Es más, el Ibex 35 ha castigado unos resultados que reducen deuda, elevan margen y pueden mirar al futuro con elegancia.

La petrolera se estanca por debajo de los 25.000 millones de capitalización.

Pues no: Repsol ha cerrado con una capitalización por debajo de los 23.500 millones de euros y parece condenado a no batir la marca de los 25.000 millones.

Algunos aseguran que el problema es de indefinición. El plan estratégico de Josu Jon Imaz (en la imagen) no aclaró a qué se va a dedicar Repsol. Sabemos que va a ser una eléctrica y una gasera para el consumo, pero no sabemos a qué ritmo ni con qué rentabilidad.

Un psicólogo diría que un problema de identidad, que Repsol necesita definirse. Pero tengan cuidado con los psicólogos, están todos locos.