• Las grandes lagunas están en Caixa Geral y en Novo Banco, que no hay modo de colocar a un tercero.
  • La política no es ajena, con un gobierno socialista dependiente de las izquierdas comunista y anticapitalista.
  • El público Caixa Geral necesita demasiado capital para que lo cubra sólo el Estado (4.600 millones).
  • Y Novo Banco no encuentra comprador: el fondo chino Minsheng tampoco consigue dinero y la venta se atasca.
  • Otras entidades más menudas, como la mutual Montepío, siguen en estado agonizante.
  • La suerte de otros, BPI y BCP, depende de los españoles de Caixabank o de los chinos de Fosun.
Hablar del sistema financiero portugués tiene dos caras: la situación de la banca española, pillada en Portugal, como les informábamos ayer lunes, y la situación de los grandes bancos de ese país, abocados a un nuevo rescate europeo, el segundo en dos años. No se habla de otra cosa desde fuera -en el sector y entre analistas- pero no dentro, lo cual tiene una explicación más política que financiera. Los problemas afectan, sobre todo, al banco público Caixa Geral de Depósitos, que necesita otras inyección de 4.600 millones; Novo Banco, para el que se esfuma un posible comprador, o entidades más menudas como Montepío, de naturaleza mutual, sorprendido por algunas irregularidades por el Banco de Portugal hace un año (blanqueo) y que todavía no se ha repuesto de su crisis (sigue en estado agonizante o lo que es lo mismo, en pérdidas). No es ajeno a ese panorama crítico que gobierne en Portugal el socialista António Costa, en un difícil equilibrio entre lo que le plantea Bruselas y lo que exigen los socios que le mantienen en el poder, entre la izquierda y la extrema izquierda (comunistas del PC, homólogos lusos de Podemos como el Bloco de Esquerda, antideuda, o Los Verdes). Y eso afecta, cómo no, tanto a las necesidades de capital como al planteamiento de un rescate bancario europeo. Claro que esa necesidad se puede negar con tanta rotundidad como aceptarla de hecho, como sucedió en España en 2012. Una cosa está clara, sin embargo: la salud de la banca portuguesa preocupa tanto como la de la italiana, mientras el Gobierno de Costa afronta una presión creciente, por ejemplo, de Alemania, para pedir un segundo rescate, porque la situación de la banca incide a su vez en la situación del país por su influencia directa en la prima de riesgo. Eso ocurre en el plano político. En el plano financiero las voces son todavía más contundentes sobre un rescate. Portugal tiene ya el visto bueno de Bruselas para rescatar el mayor banco, Caixa Geral (CGD) -público y con una cuota de mercado del 23%- con una recapitalización de 4.600 millones de euros, a cambio de un drástico recorte de empleo (2.500 trabajadores) y oficinas (unas 500) y un saneamiento financiero a fondo. Pero el hombre elegido para tan noble afán, António Domingues -procedente de BPI- no duró ni tres meses (dimitió a finales de noviembre). Y a eso se añaden las dudas sobre el propio plan ideado con Bruselas, que contempla (además de una recapitalización estatal directa de 2.700 millones -con sus acciones en ParCiaxa- y otros ingresos por la conversión de 900 millones de convertibles o cocos), una problemática emisión de obligaciones de hasta 1.000 millones (por CGD) que no podrán convertirse en acciones para que el banco siga siendo 100% público. ¿Se cubrirá? El otro gran frente de problemas está en Novo Banco, la entidad ya rescatada en la que se convirtieron los mejores activos del quebrado Banco Espirito Santo (la crisis estalló en agosto de 2014). Desde entonces, el Gobierno ha intentado sanearlo para reprivatizarlo posteriormente, pero con poco éxito. Y han pasado dos años. El proceso se ha vuelto a estancar este mismo martes y nada apunta a una solución viable, entre otras cosas porque el principal candidato, el fondo chino Minsheng no consigue el dinero suficiente, y eso que su idea era tomar la mitad de banco y dispersar la otra mitad entre otros inversores. El detonante, esta vez, ha sido la retirada a última hora de Haitong Bank, que iba a financiar la operación. La entidad tiene las mismas dudas que el resto. Curioso, en cualquier caso, el protagonismo del capital chino, salvador, en principio, de los problemas que arrastra otro de los bancos lusos, el Banco Comercial Portugués (BCP), con los chinos de Fosun dispuestas a elevar su participación al 30%. El BCP es el mismo del que ha huido el Sabadell, con la venta del 4%, dando por fallida su inversión, y la condición de Fosun -la supresión del blindaje en los derechos políticos- ya tiene el visto bueno de los accionistas. Es el mismo problema que encontró Caixabank para avanzar en su OPA sobre BPI. Rafael Esparza