Se ha celebrado este viernes la Junta de Accionistas de Telefónica, de manera telemática, como es menester en tiempos de confinamiento. El discurso de José María Álvarez-Pallete ha girado en torno a la respuesta de Telefónica al coronavirus. Mensaje importante: la compañía se compromete a seguir repartiendo dividendo, aun cuando la situación económica es de incertidumbre. Dos pagos: en diciembre de este año y en junio de 2021. Dividendo flexible: en acciones o efectivo.

Mucho Covid-19, como se pueden imaginar. Lo que ha sorprendido es el silencio del presidente sobre Telefónica Vídeo (Movistar+) y sobre Telefónica España, justo cuando la comidilla en la sede de la compañía, en el madrileño Distrito C, son las ganas que tiene Sergio Oslé, presidente de Movistar+, de sustituir a Emilio Gayo, presidente de Telefónica España y hombre considerado continuista de la estrategia marcada por Luis Miguel Gilpérez.

No nos engañemos: Vídeo sigue siendo un interrogante en la compañía, con un fútbol carísimo que intenta volver a la normalidad y unas series que, en algunos casos, se han descontrolado. Telefónica España, por su parte, salvó los últimos resultados, pero sólo eso.

Por cierto, también ha sorprendido el silencio del consejero delegado del grupo, Ángel Vilá, presente en la mesa junto a Pallete y al secretario del Consejo, Pablo de Carvajal. Ni una palabra de Vilá, ni siquiera para dar cuenta de los resultados de 2019.

Dos mensajes más del presidente: Hispanoamérica, el spin off creado en noviembre, sigue sin solución y todas las opciones están abiertas, incluida su venta. Luego está la compra de torres en Alemania, que duplica el tamaño de Telxius en aquel país, donde ya posee 15.000 torres. La filial de infraestructuras tiene 30.400 emplazamientos en todo el mundo, lo que le convierte en uno de los operadores más importantes del mundo, en un momento en el que las operadoras tienden a desprenderse de activos como las torres.

Las juntas de accionistas telemáticas son peligrosas: al igual que sucedió con las ruedas de prensa virtuales del Gobierno -y que provocó las protestas de los medios-, las juntas limitan enormemente la capacidad de los accionistas para expresar lo que opinan realmente. Primero, porque son pocos los que deciden enviar preguntas o comentarios y, segundo, porque, no sólo no se lee su pregunta, sino que el secretario del Consejo las agrupa por temas, lo que diluye el impacto que tiene una pregunta concreta y directa. En definitiva, las juntas telemáticas limitan la libertad de expresión de los accionistas. Mala cosa.