• Espera a conocer lo que diga el Gobierno, no sólo sobre Garoña sino sobre el resto de centrales.
  • Nada que ver con Galán, que desiste de la reapertura y planta cara por la carga de impuestos.
  • Pero "respeta muchísimo los comentarios y posiciones del señor Galán", como espera "que él respete las mías".
  • Prado confía en el Gobierno de Rajoy para alcanzar pactos sin mayorías parlamentarias.
  • Sólo tres intervenciones: de una accionista forofa, de Greenpeace y del alcalde de As Pontes.
Junta General de Endesa, con reparto de papeles entre el presidente, Borja Prado -más político- y el consejero delegado, José Bogas -más técnico- (los dos en la imagen), como suele ocurrir. Prado se ha referido en su discurso incluso a la "cultura de pactos", necesaria ahora cuando no hay mayorías parlamentarias, y ha confiado para ello tanto en el Gobierno como en la oposición. Bogas, por su parte, ha explicado los resultados y ha insistido en la necesidad de un pacto de Estado sobre la transición energética. Ahora bien, ninguna propuesta ni sugerencia concreta sobre la cuestión más candente, el futuro de la central de Garoña -parada desde 2012-, en primer término, o sobre los pasos que debe dar el Gobierno para encajar la energía nuclear en los objetivos de Bruselas: 20% de energía renovable en 2020 y cero emisiones en 2050. Y eso que el "parque nuclear es necesario para llegar" a esas metas. En otras palabras, la chispa -lo que se dice la chispa-, sigue donde estaba: la divergencia de posiciones entre Iberdrola y Endesa, y eso que comparten al 50% la propiedad de Nuclenor, propietaria a su vez del 100% de Garoña. La mecha la encendió -hace un mes, también en Junta- el presidente de la primera, Ignacio Sánchez Galán, con un órdago claro al Gobierno: energía nuclear pero no a cualquier precio, con un marco viable; o sea, o hay cambios, o cierro. La postura de Borja Prado, sin embargo, es esperar a lo que diga el Gobierno. O sea, más condescendiente. También sobre Garoña: esperar a agosto, antes de decidir, "a las consultas que haga el Gobierno". Y a partir de ahí, hacer cuentas. En suma, el empate sigue. Claro que el problema medular no está en el futuro de la central burgalesa -con los días contados-, sino de las otras cinco centrales y los arreglos para alargar su vida útil. Los permisos de Almaraz (dos reactores) y Vandellós, ojo, vencen en 2020, Ascó (dos reactores) y Cofrentes, en 2021 y Trillo en 2014. Borja Prado espera a lo que espera. Cree que la energía nuclear es viable, faltaría, aunque admite -y ahí se acerca levemente a Galán- que las cargas fiscales son "importantes", pero "no vamos a ser los precursores de cargarnos un sistema". Colleja a su enemigo, aunque "respeta muchísimo los comentarios y posiciones del señor Galán", como espera "que él respete las mías". ¿Con el resto de las centrales en las que Endesa es accionista? Idem del lienzo: "Cuando cumplan las fechas, en ese momento tomaremos las decisiones. No vamos a tomar las decisiones antes de tiempo". Eso sí, José Bogas ha explicado que la energía nuclear es necesaria para llegar a los objetivos de 2050 -con 100% renovable y emisiones cero-. "Si sustituimos esas nucleares por ciclos combinados, con un periodo de vida de 30 años, en 2050 tendríamos emisiones y la tarifa eléctrica subiría unos 10 euros por MWh". En la junta sólo ha habido tres intervenciones. La primera, de una accionista forofa, que se ha alegrado de una mayor presencia femenina en el Consejo -al que se ha incorporado Patricia Grieco, presidenta del Grupo Enel- y que ha pedido premio para los accionistas de toda la vida. También se colado de nuevo Greenpeace, a través de su portavoz de energía nuclear, Raquel Montón, que ha pedido a Endesa el definitivo de Garoña y que cumpla con el calendario de cierres de las plantas de carbón, como responsable que es del 10% de las emisiones en España. Y se ha cerrado el turno, un contrapunto, con una intervención del alcalde de As Pontes, con todos los parabienes para la empresa. Rafael Esparza