Alguien le comentó a San Juan Pablo II, aún obispo de Cracovia, el caso de un escritor polaco que, en cuanto católico, debía ser promocionado por la Iglesia. Quizás esperaba una respuesta evasiva sobre la necesidad de no mezclar a la Iglesia con el mundo pero eso no era lo propio de un tipo como Wojtyla. Su respuesta fue esta: “No es un escritor católico, es un católico que escribe”.

La respuesta se me ha quedado grabada porque identifica con nitidez el problema que 30 años después no ha hecho más que crecer. En España lo conocíamos como cristianos de misa de 12,00, ese que dejaba de serlo en cuanto abandona el templo. Me temo que los hay a miles.

La solución es… no callar ni debajo del agua. Los católicos del siglo XXI no tenemos derecho al silencio

Ejemplo: el 67% de los españoles, según el CIS, se confiesa católico. Y si es así, ¿cómo es que votan lo que votan? ¿Cómo es posible que pase lo que pase? Porque no son escritores cristianos, son cristianos que escriben.

Pues bien, en el momento presente, en España, y me temo que en casi todo Occidente, tenemos muchos católicos de misa de 12,00 y sobre todo, una lamentable falta de valentía cívica. En cuanto oímos una estupidez o una blasfemia, los católicos huimos. Callamos cuando tenemos que hablar y hablamos cuando tenemos que callar. Nuestra prioridad es no dar el cante, cuando lo necesario en el siglo XXI es el exhibicionismo católico.

Intelectualmente, el cristianismo comienza a ser una minoría marginada... tal y como predijo Benedicto XVI

Nuestra incoherencia y nuestra autocensura ha provocado que a los cristianos ya no necesiten callarnos. Sencillamente, católico es igual al ultra. Somos ninguneados y no nos atrevemos a levantar la voz.

La solución es… no callar ni debajo del agua. Los católicos del siglo XXI no tenemos derecho al silencio. Porque callar hoy, dado el discurso cultural imperante, no es más que pura cobardía

Intelectualmente, el cristianismo comienza a ser una minoría marginada… tal y como predijo Benedicto XVI: una religión de minorías. 

Sin la cosmovisión cristiana de la vida, no hay forma de explicar el mundo. Simplemente, porque es la verdadera

Y cuidado: sin la cosmovisión cristiana de la vida, no hay forma de explicar el mundo. Simplemente, porque es la verdadera.